El Mundo Indígena 2025: Editorial

Jóvenes indígenas: guardianes del fuego del activismo
En todo el mundo, son muchos los jóvenes indígenas que se involucran en el movimiento y en las diversas luchas de sus pueblos, participando en distintos niveles. Se organizan y se manifiestan pacíficamente, tanto con palabras como con acciones y, al hacerlo, reconocen y honran la ardua labor y la lucha de las generaciones que les precedieron. La edición de este año de El Mundo Indígena se centra en los jóvenes indígenas.
Este mensaje quedó claramente plasmado en el artículo de este libro sobre el Cónclave Mundial de Jóvenes Indígenas, escrito por una de las Copresidentas, Katunta Conde:
Desde el corazón de nuestras tierras y territorios hasta las salas de la ONU y los espacios de toma de decisiones mundiales, nosotros, los jóvenes indígenas, estamos luchando por nuestros derechos como Pueblos Indígenas. Nuestras voces se escuchan cada vez más (...). Sin embargo, es crucial recordar que las puertas de los foros internacionales no se han abierto sin la fuerza y el trabajo de quienes nos respaldan (...). Este colectivo es activo, se hace notar y, en conjunto, forma un movimiento dinámico que exige un puesto en la mesa.
Este artículo es parte de la 39ª edición de El Mundo Indígena, un resumen anual producido por IWGIA que sirve para documentar e informar sobre los desarrollos que han experimentado los pueblos indígenas. La foto de la publicación muestra la activista indígena Funa-ay Claver, del pueblo Bontok Igorot, junto a jóvenes indígenas activistas y otras personas protestan contra las leyes represivas y las violaciones de derechos humanos perpetradas por las acciones y proyectos del Gobierno de Filipinas y otros actores contra los Pueblos Indígenas. La protesta tuvo lugar durante el discurso nacional del Presidente Marcos Jr., el 22 de julio de 2024, en Quezon City, Filipinas. Fotografiada por Katribu Kalipunan ng Katutubong Mamamayan ng Pilipinas, es la portada del Mundo Indígena 2025 donde originalmente está escrito este artículo. Encuentra El Mundo Indígena 2025 completo aquí.
En abril de 2024, el vigesimotercer periodo de sesiones del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas de la ONU centró su tema anual en “Mejorar el derecho de los Pueblos Indígenas a la libre determinación en el contexto de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas: haciendo hincapié en las voces de los jóvenes indígenas”. El tema puso de manifiesto los puntos de vista y la experiencia de los jóvenes indígenas, subrayando que ellos deben ser parte del proceso si queremos construir un futuro más justo y sostenible. El Foro Permanente también destacó el creciente liderazgo de los jóvenes indígenas a la hora de abordar los acuciantes retos de nuestro tiempo.
Puesto que los jóvenes indígenas constituyen el tema de la editorial de El Mundo Indígena de este año, varios de nuestros autores también escribieron específicamente sobre ellos en los artículos de distintos países y procesos. A continuación, presentamos una recopilación de algunos de estos análisis.
En Brasil, la participación de los jóvenes indígenas en los movimientos políticos y sociales ha aumentado considerablemente en los últimos años. Muchos de ellos han utilizado las redes sociales como herramienta de resistencia, promoviendo campañas de sensibilización e incidencia digital. Este activismo digital refuerza la denuncia de las violaciones de derechos y aumenta la visibilidad de la lucha indígena en Brasil y en todo el mundo. Esta nueva generación se ha situado a la vanguardia de la defensa de los derechos indígenas, la reivindicación de su cultura y la presencia en espacios políticos y académicos antes inaccesibles.
Durante los últimos 15 años, los jóvenes indígenas de Camerún han desempeñado un papel fundamental en la defensa de los derechos indígenas y, en la actualidad, aproximadamente el 60 % de las organizaciones indígenas están dirigidas por jóvenes indígenas que participan activamente en foros nacionales e internacionales.
El año 2024 también fue testigo del ascenso de los jóvenes beduinos como defensores de los derechos de los indígenas en el Néguev-Naqab. Han desempeñado un papel fundamental en la movilización de sus comunidades mediante protestas pacíficas, campañas digitales y la colaboración con ONG internacionales para sacar a la luz los problemas que enfrentan, como el desplazamiento forzoso y las barreras para acceder a infraestructuras de educación y salud adecuadas.
En una impactante historia que recorrió todo el mundo, se evidenció el empoderamiento de la juventud maorí cuando la diputada más joven de Aotearoa, Hana-Rawhiti Maipi-Clarke, rompió el documento de los Principios del Proyecto de Ley del Tratado de Waitangi y luego interpretó el haka (danza ceremonial) en el Parlamento para denunciarlo.
En Noruega, el juicio contra 18 jóvenes defensores de los derechos humanos de comunidades, tanto sami como no indígenas, fue otro acto de liderazgo y defensa de los Jóvenes Indígenas que captó la atención del mundo entero en 2024. Estos jóvenes, junto con muchos otros, organizaron una manifestación en 2023 en contra de la forma en que se estaba gestionando la aplicación de la sentencia de Fosen a favor de la comunidad sami afectada. Los 18 activistas fueron finalmente absueltos, pero la fiscalía apeló el fallo en 13 de los casos. El Tribunal de Apelación ratificó la absolución de estos 13 jóvenes, pero en 2025 la fiscalía volvió a apelar y llevó el caso ante el Tribunal Supremo de Noruega, el mismo que había fallado a favor de la comunidad sami ante las violaciones de derechos humanos por parte de las empresas de energía eólica que colocaron molinos de viento en sus tierras tradicionales.
Los jóvenes indígenas se encuentran en la primera línea de acción, liderando las protestas contra los fracasos de la gobernanza, la desigualdad económica y el desempleo, así como contra los proyectos de desarrollo a gran escala y las industrias extractivas que dañan el medio ambiente y la biodiversidad, provocando el deterioro de las tierras, bosques y ríos indígenas (ancestrales).
Como jóvenes indígenas, somos los defensores de primera línea de nuestras tierras y culturas. Es hora de que los recursos fluyan directamente hacia nosotros, para que podamos liderar la protección de nuestro futuro sin intermediarios. Conocemos nuestras necesidades y debemos ser nosotros quienes tomemos las decisiones. – Sabha Rani Maharjan, Federación Juvenil de Nacionalidades Indígenas de Nepal
A lo largo de 2024, los jóvenes kenianos, empoderados por las redes sociales, movilizaron protestas masivas exigiendo mayor transparencia gubernamental y reformas económicas y electorales. En India, los jóvenes indígenas se están convirtiendo en las principales voces en la lucha por garantizar los derechos de los indígenas, como demuestran los líderes juveniles indígenas que impulsan una amplia oposición para resistirse a los proyectos hidroeléctricos a gran escala que amenazan con desplazar a miles de personas.
Los jóvenes indígenas, como en el ejemplo ya mencionado de Brasil, están recurriendo a las nuevas tecnologías e intervenciones para hacer valer sus derechos.
En Malasia, las iniciativas juveniles incluyen cortometrajes, narración digital y el uso de las redes sociales, herramientas que se están convirtiendo en esenciales para la lucha y la sensibilización de las comunidades. A medida que se adaptan a las plataformas digitales, estas iniciativas abordan temas relacionados con la identidad, la tierra y la educación. Estos esfuerzos también han contribuido a minimizar las brechas entre generaciones, creando espacios para la transferencia intergeneracional de conocimientos. En tanto que los líderes mayores son los poseedores de los conocimientos indígenas, los jóvenes aplican su experiencia técnica y su creatividad para garantizar que esos conocimientos sigan siendo pertinentes y visibles en el mundo actual. Si bien estos esfuerzos están demostrando ser eficaces, los jóvenes a menudo los describen como un intento desesperado por encontrar soluciones, mientras intentan equilibrar el peso del legado de sus ancestros y los obstáculos que plantea la modernidad. Esta percepción destaca la necesidad de contar con un apoyo y una solidaridad constantes que garanticen la continuidad de sus esfuerzos de defensoría y su resiliencia.
Los jóvenes indígenas continúan sintiéndose invisibilizados
A pesar de su activismo, los jóvenes indígenas también pueden sentirse invisibles al quedar excluidos de los espacios y procesos de toma de decisiones dentro de sus propias comunidades o no estar presentes en los foros y organismos nacionales. En algunos casos, la falta de información sobre los jóvenes indígenas es generalizada, o incluso el concepto de juventud no existe.
Este es el caso de Costa Rica, donde la ausencia de jóvenes indígenas en las instituciones gubernamentales persiste, una realidad que el autor de ese artículo califica como “evidente, lamentable y preocupante”.
Tal como señala el autor del artículo de Nepal: “Los jóvenes indígenas son el puente entre las generaciones pasadas y futuras. Si la generación más joven no recibe conocimientos de sus líderes mayores, esos conocimientos se perderán cuando desaparezcan los mayores”.
El diálogo intergeneracional es un elemento clave no solo para transferir los conocimientos ancestrales, sino también para que los jóvenes refuercen su capacidad de organizarse. Mientras los jóvenes aportan fuerza, los líderes mayores poseen el conocimiento, y este diálogo intergeneracional es crucial. Tanto los mayores como los jóvenes pueden beneficiarse del intercambio y el aprendizaje mutuos.
Sin embargo, los choques generacionales y el escepticismo sobre la educación convencional y la vida en la ciudad podrían provocar desconfianza en la capacidad de los jóvenes para asumir el liderazgo. Los líderes mayores por lo general tienen la autoridad y la palabra, y a los jóvenes puede resultarles difícil posicionarse, tener la libertad de hablar por su cuenta y asumir el liderazgo. En entrevistas realizadas por IWGIA a Jóvenes Indígenas[1] y en artículos de este libro, algunos expresaron su falta de participación en los espacios y procesos de toma de decisiones dentro de sus comunidades. Además, manifestaron que sienten un choque entre la educación convencional y el conocimiento tradicional. Los líderes mayores y otros miembros de la comunidad a menudo solo confían en los conocimientos y prácticas tradicionales, lo que dificulta que los jóvenes se reintegren en sus comunidades tras estudiar y trabajar fuera.
Sin embargo, los jóvenes son una parte importante de sus comunidades. Al participar del trabajo colectivo, no solo contribuyen al futuro de la comunidad, sino que también aprenden sobre prácticas y saberes ancestrales y se empoderan. Además, esa participación sirve como medio y herramienta para luchar por su territorio y sus derechos colectivos como Pueblos Indígenas.
En Guatemala, los jóvenes indígenas han ido involucrándose cada vez más en la política comunitaria y nacional en 2024. Cada vez son más las comunidades que optan por designar a jóvenes con niveles educativos más elevados para ocupar cargos importantes, como alcalde o secretario general. Desde esos espacios, pueden contribuir eficazmente a la lucha por la defensa de la tierra, la preservación cultural y por su propia organización como movimiento y comunidad.
Presión creciente para emigrar
No todos los jóvenes permanecen en sus comunidades: algunos emigran a zonas urbanas para tener un mejor acceso a servicios básicos, como salud y educación, así como de oportunidades laborales. De los que emigran, no todos regresan a sus comunidades, debido a diversos motivos, como la escasez de tierras causada por el desplazamiento histórico o la falta de oportunidades laborales. En las ciudades, los jóvenes indígenas a menudo sufren discriminación, exclusión y explotación por parte de la sociedad en la que se encuentran.
A pesar del aumento de la participación de los jóvenes en Guatemala, como se mencionó previamente, muchos también se han visto obligados a emigrar a centros urbanos del país o a emprender largos y arriesgados viajes a otros países, como Estados Unidos. Esta situación no solo conlleva la pérdida de su identidad cultural, su lengua y sus conocimientos ancestrales, sino que también los hace vulnerables a actividades ilícitas y a la violencia. En algunos casos son víctimas de trata de personas, mientras que en otros se ven obligados a unirse a bandas delictivas o a participar en el tráfico de drogas.
En Túnez, la política de asimilación forzosa y el desplazamiento de los amazigh han dejado vacíos casi todos sus territorios tradicionales, lo que hace que los jóvenes vean en las ciudades o en el extranjero la única forma de sobrevivir. En Tailandia, algunos jóvenes indígenas no tienen la ciudadanía, lo cual limita su acceso a los servicios básicos, incluida la posibilidad de acceder a préstamos del Gobierno para la educación. En Myanmar, la nueva “ley de reclutamiento” ha provocado la emigración de jóvenes indígenas a los países vecinos. Muchos de los que no han podido emigrar se han visto obligados a abandonar sus estudios o carreras para servir en el ejército en contra su voluntad y en condiciones muy duras. Los jóvenes indígenas de Eritrea enfrentan algunas de las mismas preocupaciones, viviendo con el temor constante a las redadas masivas destinadas a su reclutamiento forzado en el ejército. Aquellos que intentan evitarlo y escapar a menudo resultan detenidos y torturados. En Nicaragua, los jóvenes indígenas están siendo obligados a recibir entrenamiento militar, lo que ha provocado que muchos se escondan.
Jóvenes y defensores indígenas en la línea de fuego de las violaciones de derechos humanos y los ataques
Los jóvenes, que a menudo son la primera línea de defensa de sus comunidades al protestar contra las políticas de los gobiernos y paralizar proyectos de infraestructuras, también son víctimas de la violencia por su labor de defensoría.
En India, varios jóvenes activistas fueron rodeados por una turba de más de 100 personas mientras recogían testimonios de familias que habían sido desalojadas de sus tierras y hogares para allanar el camino para el proyecto de un hotel de cinco estrellas cerca del Parque Nacional de Kaziranga, en Assam. En otro caso, se presentaron cargos penales contra más de 150 jóvenes indígenas por organizar protestas para exigir rendición de cuentas y mejores condiciones de trabajo en una fábrica de cemento, tras la muerte de un indígena en la fábrica. En Arunachal Pradesh, líderes juveniles organizaron una protesta pacífica que culminó con su detención arbitraria por 10 horas, y finalmente fueron obligados a firmar documentos que restringían su participación en futuras protestas.
En Nicaragua, los jóvenes indígenas a menudo son objeto de violencia a manos de colonos que actúan con impunidad. En tan solo un territorio indígena, 20 jóvenes fueron asesinados entre el año 2020 y 2024. En 2024, un líder indígena mayangna de 26 años fue torturado y asesinado por resistirse a una invasión de colonos, mientras que varios jóvenes miskitos también resultaron muertos. Ninguno de los casos está siendo investigado. Los colonos también secuestran a niñas indígenas como forma de control y dominación y, en algunos casos, abusan sexualmente de ellas y las violan para poder asentarse en tierras indígenas mediante los derechos que les otorga la procreación de hijos.
Las niñas indígenas también son víctimas de la trata de personas. Durante 2024, en Laos se denunciaron 46 casos de trata de personas, de los cuales 40 corresponden a niñas y jóvenes menores de 18 años. En Bangladesh, la violencia contra las mujeres y niñas indígenas sigue siendo una preocupación persistente. En 2024, una organización de derechos humanos con sede en Bangladesh documentó 17 casos de violencia contra mujeres y niñas indígenas. En la mayoría de los casos, las autoridades no tomaron ninguna medida, o fueron inadecuadas o tardías.
Los jóvenes indígenas no son los únicos que sufren violaciones de derechos humanos por proteger sus tierras, territorios y recursos. Acoso, detención arbitraria, tortura, muerte bajo custodia policial y homicidios son solo algunas de las realidades cotidianas a las que se enfrentan los Pueblos Indígenas y, en algunos lugares, estas violaciones están en aumento.
En Filipinas, por ejemplo, se documentaron 73 casos de violación de derechos humanos cometidas contra casi un cuarto de millón de indígenas. Esto supone un aumento del 428 % en las violaciones de derechos humanos desde el inicio del mandato del Presidente Marcos Jr., a mediados de 2022. En Brasil, entre 2022 y 2024 fueron asesinados 38 indígenas —muchos de ellos guaraníes-kaiowá— por disputas territoriales y ataques armados. Los informes recientes indican que las cifras en 2024 podrían ser todavía más elevadas.
En Bangladesh, tan solo en la región de los Chittagong Hill Tracts, se produjeron 200 casos de violaciones de derechos humanos en 2024, que afectaron a más de 6.000 indígenas. De ellos, al menos 21 murieron y más de 140 fueron detenidos arbitrariamente. Además, más de 120 casas, tiendas, oficinas y templos pertenecientes a Pueblos Indígenas fueron saqueados e incendiados, y más de 2.300 acres de tierra fueron apropiados por diversos actores. Todo esto ocurre en el contexto de un Gobierno provisional establecido tras las graves protestas que llevaron al derrocamiento del Gobierno anterior. Al Gobierno provisional se le ha encomendado la tarea de realizar varias reformas en el Gobierno y sus instituciones. Aunque al principio había cierta esperanza de que los Pueblos Indígenas tuvieran un puesto en la mesa de las diversas comisiones de reforma, lamentablemente no ha sido así. Los Pueblos Indígenas siguen estando muy poco representados en las comisiones clave que afectan directamente sus derechos y los de otros grupos minoritarios. Todavía no hay representantes indígenas en la Comisión de Reforma Constitucional ni en la Comisión de Reforma Electoral, por ejemplo.
En respuesta a meses de protestas pacíficas y no violentas en Kanaky contra, entre otras cuestiones, la reforma electoral, el Gobierno francés aprobó la reforma. La frustración provocó disturbios y el Gobierno francés desplegó 7.000 soldados en el territorio y declaró el estado de emergencia, restringiendo muchos derechos básicos. Hubo numerosas denuncias por uso excesivo de la fuerza, violencia contra defensores de derechos humanos canacos y un gran número de detenciones y encarcelamientos arbitrarios. A su vez, 11 de los defensores de derechos humanos fueron acusados de delincuencia organizada y conspiración criminal, y siete de ellos fueron deportados a Francia continental.
En la región del Néguev-Naqab, las autoridades israelíes prácticamente borraron dos aldeas beduinas: Wadi al-Jalil y Umm al-Hiran. En Wadi al-Jalil demolieron 47 viviendas, lo que provocó el desalojo forzoso de más de 300 residentes, y en noviembre de 2024 arrasaron con la aldea de Umm al-Hiran para dar paso a un nuevo asentamiento judío religioso. En total, en 2024 se demolieron casi 5.000 viviendas y edificios en la zona, lo que agravó el desplazamiento y la marginación de los beduinos.
El deseo de apoderarse de las tierras indígenas por cualquier medio necesario, incluido el desalojo de personas y aldeas es, por desgracia, una realidad cotidiana demasiado común para los Pueblos Indígenas de todo el mundo.
La defensa de las tierras y los bosques frente a fuerzas poderosas
En el año 2024, como en muchos otros, las empresas y los proyectos de infraestructuras llevaron a las autoridades y a otros actores a destruir bosques, desalojar a personas y marginar todavía más a las poblaciones.
En Botsuana, las autoridades locales están clasificando a los san —que viven en pequeñas comunidades de 500 habitantes o menos— como “ocupantes ilegales”, lo que significa que ya no tienen acceso a los servicios públicos y les niegan los derechos sobre la tierra, incluido el derecho a enterrar a su propia gente en sus propios cementerios.
En Indonesia, el Gobierno continúa avanzando con su ambicioso plan de construir y trasladar la capital de la nación, lo que se traduce en que no se respetan los derechos territoriales de las 51 comunidades indígenas que viven actualmente en la zona. no solo corren grave peligro de ser desplazadas a la fuerza, sino también de extinguirse. Además, una revisión de la ley para la construcción de la capital otorga privilegios al Estado para apropiarse y monopolizar estas tierras indígenas con concesiones y licencias que pueden durar hasta 190 años. Esta política de apropiación de tierras se extiende por todo el país. Tan solo en 2024 se registraron al menos 121 casos de apropiación de tierras que sumaban más de 2,8 millones de hectáreas y afectaban a 140 comunidades indígenas.
En Nepal, un proyecto hidroeléctrico provocó que los derechos de los indígenas resultaran vulnerados debido a una serie de presuntos delitos, entre los que se incluyen acusaciones de falsificación de firmas, firma de contratos con nombres de niños, creación de informes falsos y arrasamiento de tierras de cultivo bajo el amparo de la noche. Los tres Pueblos Indígenas afectados han recurrido a los tribunales y esperan que se ordene el cese de las actividades.
La apropiación de tierras no se limita únicamente a los intereses empresariales, sino que también incluye la creación o ampliación de zonas de conservación o parques nacionales. Estas zonas niegan continuamente los derechos de los Pueblos Indígenas a sus tierras y sus formas de vida, incluido el uso de la tierra para el cultivo de alimentos y medicinas, el pastoreo de animales y el simple hecho de vivir en la tierra que ha sido suya durante generaciones.
Según los planes filtrados por el Gobierno tanzano, se pretende enajenar más del 70 % de todos los distritos masái con el objetivo de crear reservas de caza y zonas de caza controlada, un proyecto que afectará a casi 400.000 indígenas de 90 aldeas. Además, el Ministerio de Recursos Naturales y Turismo de Tanzania publicó su estrategia revisada (2023-2033), que incluía 47 actores diferentes en su análisis de los actores, ninguno de los cuales era indígena. Como parte de esta nueva estrategia, se creó una lista de Áreas de Manejo de Vida Silvestre propuestas, incluida una prevista en Loliondo, que seguirá amenazando la existencia de los masái. La estrategia tampoco contempla el Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI) ni menciona la conservación basada en la comunidad, más bien ignora los derechos de los Pueblos Indígenas con el pretexto de atraer más turismo. Esta falta de CLPI y los desalojos forzosos siguen siendo una táctica dominante de las autoridades, que incluso lo han negado oficialmente en su respuesta al Comité del Patrimonio Mundial, a pesar de la profunda preocupación expresada por las múltiples y continuas violaciones de los derechos humanos que se están perpetrando en Ngorongoro.
Más al norte, en Marruecos, el Gobierno pretende demarcar más de 100.000 hectáreas de tierras indígenas para crear un parque nacional en la vertiente occidental de las montañas del Anti-Atlas. Los amazigh han rechazado este plan porque los privará de sus tierras, provocará desplazamientos forzosos y explotará sus recursos.
En India, si se aplica la orden de 2024 emitida por la Autoridad Nacional para la Conservación del Tigre (NTCA), se podría producir el desalojo forzoso de casi 90.000 indígenas en más de 800 aldeas, provocando uno de los mayores desplazamientos forzosos en nombre de la conservación en el país. Esto también iría en contra de las salvaguardas legales previstas para los Pueblos Indígenas en virtud de la Ley (de Protección) de la Fauna y Flora Silvestres (1972) y la Ley de Derechos Forestales (2006). A los Pueblos Indígenas que viven en los bosques —base de su cultura y su sustento— a menudo se los penaliza con numerosas y cuantiosas multas por utilizar y vivir en sus tierras ancestrales. En lo que podría considerarse una pequeña tregua, en el estado de Odisha. El Gobierno ha ordenado la retirada de más de 48.000 de estos casos menores.
El problema sigue siendo que los Pueblos Indígenas, que han vivido en armonía con sus tierras durante siglos, son a menudo quienes mejor saben gestionarlas. Sin embargo, cuando se involucran otros actores sin escuchar ni respetar los derechos, conocimientos y experiencia indígenas, aumentan los impactos sobre los derechos humanos y el medio ambiente.
La tala extensiva en Malasia ha exacerbado la erosión del suelo y las inundaciones repentinas, contaminando fuentes de agua esenciales para las comunidades orang asli. Lo mismo ocurre en la zona forestal del Alto Baram, que en su momento fue un área de conservación dirigida por indígenas, pero donde las concesiones madereras y la falta de transparencia hoy socavan los esfuerzos por gestionar de forma sostenible casi 300.000 hectáreas de bosques y tierras agrícolas. Los líderes indígenas siguen luchando por la recuperación de sus métodos de conservación y por una mayor participación de los Pueblos Indígenas en el manejo y gobernanza de los bosques. La minería de tierras raras para la transición ecológica y los créditos de carbono también se presentan como soluciones para mitigar el cambio climático y se están convirtiendo en una preocupación importante para los Pueblos Indígenas, ya que amenazan los ecosistemas y desplazan a las comunidades.
La transición justa solo puede darse si los Pueblos Indígenas están en igualdad de condiciones
La transición mundial hacia una economía verde se acelera, impulsada por la urgente necesidad de reducir las emisiones de carbono y combatir el cambio climático. Sin embargo, esta transición no ocurre en un vacío: tiene profundas implicaciones para los Pueblos Indígenas, cuyas tierras y medios de subsistencia son cada vez más el objetivo de proyectos de extracción de recursos y energías renovables. Las energías renovables, los vehículos eléctricos y la minería “verde” se promueven como soluciones a la crisis climática. Si la historia se repite, estas industrias se expandirán a costa de los derechos, las tierras y la soberanía de los indígenas.
Los Pueblos Indígenas no se oponen a la “transición verde” en sí, pero afirman que esta debe ser justa. De hecho, existen importantes oportunidades para que los Pueblos Indígenas lideren y den forma a una transición justa. Muchas comunidades indígenas poseen un amplio sistema de conocimientos intergeneracionales sobre sus tierras y, mediante la aplicación de prácticas sostenibles, preservan eficazmente la biodiversidad y mantienen la salud de los ecosistemas. Al reconocer e incorporar los sistemas de conocimiento y las perspectivas indígenas, la comunidad mundial puede aprovechar métodos comprobados en el tiempo para gestionar los recursos y la tierra de una forma eficaz y sostenible.
Por eso, en octubre de 2024, se celebró la Cumbre sobre Perspectivas, Conocimientos y Experiencias Vividas de los Pueblos Indígenas sobre la Transición Justa. Delegaciones indígenas de las siete regiones socioculturales se reunieron para abordar una pregunta apremiante: ¿cómo garantizar que la economía verde no se convierta en otro capítulo de explotación, sino en un punto de inflexión hacia la justicia? El concepto de transición justa, en términos generales, tiene como objetivo garantizar que la eliminación de los combustibles fósiles no exacerbe las desigualdades sociales. Sin embargo, la realidad es que la transición verde a menudo evoca las injusticias del pasado para las comunidades indígenas.
Esto no podría llegar en un momento más oportuno, ya que las iniciativas de energía verde y las medidas de mitigación del cambio climático atraen cada vez más la atención de gobiernos y empresas, lo que las convierte en la máxima prioridad, independientemente del costo que conlleven.
En Filipinas, el gobierno de Marcos Jr. está sacando partido de ello, facilitando la creación y explotación de proyectos de energías renovables y minería a gran escala. Marcos Jr. afirma que el cambio climático y las catástrofes naturales son una de las razones por las que el país debe acelerar estos proyectos, lo que genera un conflicto directo con los Pueblos Indígenas. El Departamento de Energía ha registrado casi 1.500 solicitudes de proyectos de energías renovables, lo que convirtió al país en el segundo mercado emergente más atractivo para proyectos de energías renovables en 2024. De estos proyectos, se prevé una alta concentración de proyectos hidroeléctricos en la Región de la Cordillera, donde se han propuesto 109 represas hidroeléctricas, cinco plantas geotérmicas, tres proyectos de energía solar y dos de energía eólica. Muchos de estos proyectos abarcan miles de hectáreas de tierra y amenazan la existencia de los Pueblos Indígenas que actualmente viven en ellas.
Del mismo modo, en China también se están ejecutando cada vez más proyectos hidroeléctricos. A finales de 2024, el Gobierno aprobó la construcción de un proyecto hidroeléctrico en el río Yarlung Zangbo, que se convertirá en la mayor represa hidroeléctrica del mundo y provocará el desplazamiento de innumerables comunidades indígenas, con consecuencias para los Pueblos Indígenas que viven aguas abajo en India y Bangladesh. Las autoridades no han proporcionado transparencia en torno al proyecto, ni siquiera una evaluación del impacto ambiental y social, aunque afirman que no habría repercusiones significativas. Por otro lado, la represa de la Garganta del Salto del Tigre, en la tierra de los naxi, ha sido reabierta por el Gobierno casi 20 años después. Este proyecto podría provocar el desplazamiento forzado de un número considerablemente más alto de indígenas y otras personas que las 100.000 inicialmente calculadas.
Como parte de los resultados clave de la Cumbre sobre la Transición Justa, los Pueblos Indígenas no solo quieren asegurarse un puesto en la mesa de toma de decisiones, sino también desempeñar un papel protagónico en el diseño de la transición justa. Para ello es necesario ir más allá de la consulta y avanzar hacia un auténtico liderazgo, en el que los derechos y conocimientos indígenas se utilicen como pilares fundamentales de la economía verde. Esto adquiere aún más importancia considerando que, por primera vez, el mundo superó el umbral de los 1,5 grados centígrados en 2024. Encontrar soluciones a los efectos del cambio climático nos concierne a todos, pero debe hacerse con la inclusión real y auténtica de los Pueblos Indígenas.
Los efectos del cambio climático ya se están dejando sentir en muchos países del mundo, impactando de manera desproporcionada en los Pueblos Indígenas, quienes, pese a ser los que menos han contribuido al cambio climático, son de los primeros en enfrentarse a sus efectos directos.
A finales de octubre de 2024, cuando por fin llegaron las lluvias, Bolivia había atravesado su año más catastrófico de incendios forestales, con más de 12 millones de hectáreas afectadas. Hasta la primera semana de octubre, se habían registrado 9,8 millones de hectáreas quemadas en el país, el 61 % de las cuales se concentraban en zonas forestales. En Brasil, los incendios destruyeron más de 4.000 hectáreas de bosque, a lo que se sumó una prolongada sequía que hizo descender el caudal de los ríos.
Estos acontecimientos no solo amenazan a los Pueblos Indígenas y sus formas de vida, sino que la pérdida de sus tierras tiene un efecto peligroso en el clima, ya que los territorios indígenas desempeñan un papel fundamental en la mitigación del cambio climático. En Brasil, las zonas afectadas por la sequía y los incendios albergan el 25 % de los bosques tropicales conservados del mundo, que almacenan grandes cantidades de carbono. Sin embargo, la minería ilegal y los monocultivos representan amenazas constantes para estas tierras.
Los países africanos también siguen sufriendo sequías. Namibia sufre la peor sequía que ha vivido en un siglo, que llevó a sacrificar a cientos de animales para alimentar a los hambrientos. Más de 330.000 personas están registradas en el programa de ayuda contra la sequía, de las cuales una cuarta parte pertenecen a comunidades marginadas. La sequía en Zimbabue ha alcanzado tal magnitud que unas 6 millones de personas padecen escasez de alimentos. En el territorio amazigh de Nafusa, en Libia, los exuberantes campos de higos, olivos y almendros que hace apenas 20 años eran tierras prósperas son ahora estériles, lo que ha llevado a los agricultores a una situación desesperada.
En un caso extremo de los efectos del cambio climático, en otoño de 2024, los últimos habitantes de Newtok se trasladaron al nuevo emplazamiento de la aldea de Mertarvik, en Alaska. Newtok es una de las muchas aldeas de nativos de Alaska que tienen que evacuarse debido a los efectos devastadores del cambio climático. Es probable que dos aldeas más tengan que evacuarse, pero uno de los nuevos emplazamientos designados también parece ser vulnerable a la crisis climática.
El poder de la acción colectiva constante
A pesar de todas las transgresiones, ataques, desalojos, pérdida de tierras y los efectos del cambio climático, los Pueblos Indígenas de todo el mundo también pudieron celebrar algunas victorias en 2024. Mediante la defensa continua de sus derechos, el conocimiento de la legislación nacional e internacional, la unión de diversos grupos para la acción colectiva y la perseverancia, los Pueblos Indígenas han logrado detener proyectos de infraestructura, proteger sus tierras, garantizar sus derechos en las leyes y procesos nacionales e internacionales, ocupar posiciones de poder y mucho más.
Los gobiernos indígenas consiguieron proteger sus tierras de distintas formas.
En Perú, al norte de la Amazonía, el Gobierno Territorial Autónomo de la Nación Wampís (GTANW) y su territorio están bajo la amenaza constante de la minería y la tala ilegales. Sin embargo, gracias a sus estrategias de autodefensa, el GTANW ha podido patrullar su territorio y sus ríos, rastrear estas operaciones ilegales, expulsar y desalojar de sus tierras a los mineros, madereros y explotadores de oro ilegales, e incluso detener a efectivos de la Policía Nacional implicados en estas operaciones ilegales y entregarlos a las autoridades estatales. Gracias a sus potentes métodos de vigilancia también han podido incautar munición vinculada a operaciones delictivas relacionadas con la minería ilegal.
En Bolivia, el Gobierno Autónomo Indígena del Territorio Indígena Multiétnico (TIM) aprobó legalmente la creación del Área de Conservación Loma Santa, de casi 200.000 hectáreas. Esto resulta significativo no solamente porque otorga la gestión y protección de dicha área a los Pueblos Indígenas que han vivido y gestionado esas tierras durante siglos, sino también por ser la primera área de conservación establecida y definida por un gobierno indígena. Como tal, las autoridades tradicionales y el gobierno indígena administran Loma Santa de acuerdo con sus propias normas y procedimientos, y protegerán la flora y la fauna de la zona, así como las cabeceras de los ríos que atraviesan las comunidades del Territorio Indígena Multiétnico.
Luego de años de negociaciones, en 2024 se firmó formalmente el Acuerdo de Devolución de Tierras y Recursos de Nunavut entre Nunavut Tunngavik Inc. y los Gobiernos de Canadá y Nunavut. Este acuerdo histórico otorga a los inuit poder de decisión sobre las tierras públicas, los recursos no renovables y el agua dulce, y constituye la transferencia de tierras más grande de la historia de Canadá. Ahora los inuit de Nunavut podrán decidir sus propias estrategias de desarrollo y conservación de sus tierras, recursos y territorios, al tiempo que estimulan su propia economía y crean más oportunidades de empleo y capacitación.
En el ámbito internacional, varias políticas y leyes nuevas también contribuirán a sentar las bases para que los Pueblos Indígenas las utilicen en su defensa y protección de derechos.
La Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) adoptó la Recomendación general N.o 40 sobre la representación igualitaria e incluyente de la mujer en los sistemas de adopción de decisiones, que reconoce específicamente la discriminación interseccional a la que se enfrentan las mujeres indígenas y el valor de sus conocimientos tradicionales. La Recomendación Identificó siete pilares de la representación igualitaria e incluyente de las mujeres en los sistemas de toma de decisiones y señaló las correspondientes obligaciones de los Estados para lograr la paridad de género y la inclusión en la toma de decisiones a todos los niveles, lo que implica también dentro del sistema de la ONU.
Asimismo, hubo victorias significativas en el frente de la propiedad intelectual para los Pueblos Indígenas.
En 2024, la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) adoptó un nuevo tratado histórico: el Tratado sobre Propiedad Intelectual, los Recursos Genéticos y los Conocimientos Tradicionales Asociados, que constituye el primer tratado de la OMPI que alude a los Pueblos Indígenas. El Tratado, que fue adoptado por consenso por los Estados miembros, incluye un acuerdo de divulgación obligatoria en virtud del artículo 3, que exige a los solicitantes de patentes declarar el país de origen de los recursos genéticos o de los Pueblos Indígenas que proporcionan los conocimientos tradicionales asociados cuando se presenta una solicitud de patente para una invención basada en dichos recursos o conocimientos. A finales de 2024, 38 Estados miembros habían firmado el tratado y Malawi lo había ratificado. El tratado entrará en vigor cuando 15 partes lo hayan ratificado.
Otra victoria para los Pueblos Indígenas en la OMPI fue el Tratado de Riad sobre el Derecho de los Diseños, cuyo artículo 4(2) exige la declaración de conocimientos tradicionales y expresiones culturales tradicionales en las solicitudes de registro de diseños. A finales de 2024, 18 Estados miembros lo habían firmado pero ninguno lo había ratificado.
Este tipo de decisiones también se adoptaron a nivel nacional, como en el caso de Australia y Camerún, donde se presentaron leyes y reglamentos para proteger la propiedad intelectual indígena. En Australia, el Consejo Jurídico Australiano publicó un nuevo marco legislativo que reconoce la importancia del patrimonio cultural indígena. Este marco aborda las limitaciones de la legislación actual que entran en conflicto con el derecho consuetudinario indígena, especialmente en lo relacionado con la propiedad comunal y las tradiciones orales, y tiene como objetivo garantizar la libre determinación del patrimonio cultural material e inmaterial. En Camerún, el reglamento de la ley que regula el acceso a los recursos genéticos, sus derivados y los conocimientos tradicionales asociados a ellos, entró en vigor en 2024. Esta nueva normativa abarca varias facetas relacionadas con los recursos genéticos, entre ellas, las condiciones de acceso, los términos mutuamente acordados y los permisos de acceso y distribución de beneficios. Ya se han firmado permisos de investigación con comunidades indígenas, algunas de las cuales han recibido beneficios monetarios en la fase de investigación. Por supuesto, sigue siendo necesario supervisar estos acuerdos y la aplicación de la ley para evitar que investigadores poco escrupulosos manipulen a las comunidades.
A escala nacional y local, los esfuerzos de defensa de derechos, incluido el recurso de recurrir a los tribunales, las protestas y la acción colectiva, siguen dando resultados positivos en varios lugares.
En Kenia, los tribunales siguen siendo el principal escenario para la defensa de los derechos sobre la tierra. En el caso Kochale contra el Gobierno del condado de Marsabit, la comunidad Rendille demandó al Gobierno del condado por asignar tierras a inversores externos sin consultar debidamente a las comunidades indígenas que las han ocupado y utilizado tradicionalmente durante generaciones. El tribunal falló a su favor, sentando así un precedente de que la tenencia de tierras comunitarias debe respetarse y, si no se cumplen las obligaciones constitucionales y estatutarias, la asignación de tierras puede quedar anulada.
En Tanzania, más de 25.000 masái de Ngorongoro bloquearon la carretera turística más transitada del país durante seis días para protestar por las continuas y sistemáticas violaciones de sus derechos humanos y exigir al Gobierno que escuchara seriamente sus demandas. Ante esta presión masiva, las autoridades respondieron y prometieron restablecer los servicios sociales, poner fin al acoso que sufren los aldeanos a manos de los guardas forestales y revocar la decisión ilegal de anular el registro de 11 distritos, 25 aldeas y 96 caseríos, lo que significa que los residentes pueden volver a participar en las elecciones y en otras decisiones de ámbito local que afectan su vida cotidiana.
Estos movimientos de base muestran el poder y la capacidad de resiliencia de la acción colectiva sostenida, que no solo ha restaurado la gobernanza local, sino que ha fortalecido la capacidad de acción de los Pueblos Indígenas, aumentando su confianza y su valentía.
También se han paralizado proyectos de infraestructuras gracias a los esfuerzos colectivos de los Pueblos Indígenas y a la sagacidad judicial. En Malasia, un tribunal falló en contra de un proyecto de minirrepresa hidroeléctrica porque la constructora no había obtenido el CLPI de las comunidades orang asli afectadas. También, se indemnizó a las comunidades por la destrucción de sus tumbas y árboles ancestrales.
En Estados Unidos, la tribu hualapai consiguió una orden de alejamiento y un mandato judicial preliminar contra el desarrollo de un proyecto de litio que amenaza un lugar sagrado en Arizona. En Oklahoma, un juez federal dictaminó que Enel Energy debe desmantelar un parque eólico construido en tierras de la Nación Osage. La empresa nunca obtuvo un arrendamiento minero de la Nación Osage, que alegó que la construcción de los cimientos de los 84 aerogeneradores constituía una explotación minera, argumento con el que estuvo de acuerdo el juez. El parque eólico debe desmantelarse en el plazo de un año. En la costa oeste, en California y Oregón, se eliminó por fin la última de las cuatro represas hidroeléctricas. Un mes después, se volvieron a observar salmones desovando río arriba.
Conclusión
Los Pueblos Indígenas demuestran, una y otra vez, que contra todo pronóstico y frente a fuerzas poderosas, ellos mismos son una fuerza formidable.
Los informes de la edición de este año de El Mundo Indígena muestran que los obstáculos a los que se enfrentan los Pueblos Indígenas en la protección de sus derechos, tierras, recursos, territorios y dignidad son cada vez mayores y que esta dificultad persistirá, ya que muchos paradigmas están cambiando en el mundo y tomando el rumbo equivocado, alejándose de las libertades, el respeto y la inclusión.
Sin embargo, las estrategias colectivas y el poder de los Pueblos Indígenas también están aumentando, y el ingenio, la adaptabilidad y la energía de los jóvenes indígenas son muestra de la poderosa generación de activismo que sacará adelante esta misión.
Como dice Kantuta Conde en la conclusión del artículo sobre el Cónclave Mundial de Jóvenes Indígenas:
Los jóvenes indígenas no están esperando a que el mundo se ponga al día. A través del Cónclave Mundial de Jóvenes Indígenas y de diversas organizaciones de jóvenes indígenas, se están asegurando de que sus voces sigan ocupando un lugar central en los debates políticos mundiales. Desde la defensa de la justicia climática hasta la garantía de los derechos sobre la tierra, los jóvenes indígenas están liderando el cambio para que este sea transformador. A medida que siguen presionando por el derecho colectivo a la libre determinación y a una inclusión significativa, le están dando forma al futuro de la toma de decisiones a nivel mundial, asegurando el lugar que les corresponde dentro del movimiento por un mundo justo y sostenible.
Todos debemos trabajar y luchar juntos, utilizando el abanico completo de habilidades, conocimientos, experiencia y solidaridad para sostener colectivamente la presión y mantener encendida la llama.
Dwayne Mamo
Editor General
Ena Alvarado Madsen
Punto focal para los Jóvenes Indígenas
Kathrin Wessendorf
Directora Ejecutiva
Copenhague, marzo de 2025
Este artículo es parte de la 39ª edición de El Mundo Indígena, un resumen anual producido por IWGIA que sirve para documentar e informar sobre los desarrollos que han experimentado los pueblos indígenas. La foto de la publicación muestra la activista indígena Funa-ay Claver, del pueblo Bontok Igorot, junto a jóvenes indígenas activistas y otras personas protestan contra las leyes represivas y las violaciones de derechos humanos perpetradas por las acciones y proyectos del Gobierno de Filipinas y otros actores contra los Pueblos Indígenas. La protesta tuvo lugar durante el discurso nacional del Presidente Marcos Jr., el 22 de julio de 2024, en Quezon City, Filipinas. Fotografiada por Katribu Kalipunan ng Katutubong Mamamayan ng Pilipinas, es la portada del Mundo Indígena 2025 donde originalmente está escrito este artículo. Encuentra El Mundo Indígena 2025 completo aquí.
[1] IWGIA ha consultado a jóvenes indígenas de varios países y regiones sobre una serie de cuestiones que les afectan, como parte de la investigación que ha guiado su trabajo.
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