• Pueblos indígenas en Etiopía

    Pueblos indígenas en Etiopía

    Etiopía es el hogar de una gran diversidad de personas que hablan más de 80 idiomas. Aún así, Etiopía no tiene legislación que proteja o aborde los derechos de los pueblos indígenas.

Mundo Indígena 2019: Etiopía

Los pueblos indígenas de Etiopía componen una parte considerable de la población estimada del país de 95 millones de habitantes. Alrededor del 15% son pastoralistas y agricultores que viven repartidos por todo el territorio, particularmente en las tierras bajas que constituyen el 61% de la superficie total del país.

Existe también un número importante de comunidades de cazadores-recolectores, incluyendo el pueblo majang (majengir) que vive en los bosques y el pueblo anuak que habita en la región de Gambela. Se estima que Etiopía posee la mayor cantidad de cabezas de ganado de África, concentrándose una cantidad significativa en comunidades pastoralistas cuya tierra en los últimos años se ha convertido en objeto de alta demanda por parte de inversores extranjeros. Esta “apropiación de tierra” ha enfatizado aún más la ya de por sí endeble situación política y económica de los pueblos indígenas de Etiopía. La política de creación de aldeas de reasentamiento emprendida por el Gobierno de Etiopía ha provocada el desplazamiento de muchas comunidades pastoralistas y pequeños agricultores de sus tierras tradicionales de pastos, y el acceso de los pueblos indígenas a asistencia sanitaria y educación primaria y secundaria sigue siendo altamente insuficiente. No existe legislación nacional que los proteja y Etiopía ni ha ratificado el Convenio 169 de la OIT, ni estuvo presente durante la votación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI). La incertidumbre política en Etiopía en los últimos años ha agravado los problemas a los que se enfrentan los pueblos indígenas allí.

Etiopía, un aliado de confianza de Occidente desde hace mucho tiempo por su estratégica localización y papel fundamental en la lucha contra el terrorismo, continúa manteniendo una cultura de brutalidad contra los derechos humanos y la sociedad civil. Sin embargo, recientemente, el arresto de funcionarios de seguridad senior y personal militar involucrados en la mala gestión de la Corporación de Metal e Ingeniería (METEC), fue aplaudido por grupos de derechos humanos, activistas y periodistas. En noviembre de 2018, un total de 66 agentes de los servicios de inteligencia etíope y personal militar acusados de abusos de derechos humanos y mala gestión de fondos fueron arrestados y condenados.1 El arresto de estos funcionarios es quizás un esfuerzo en la dirección correcta propiciado por el hartazgo de la inseguridad. Tal agotamiento se debe en gran medida a las deficientes políticas de desarrollo y la falta de una cultura democrática e infraestructura política.

En 2015, manifestantes tomaron las calles para oponerse a la expansión de la capital en las zonas colindantes, temiendo que esto pudiera expulsar a pequeños agricultores y destruir medios de vida. En consecuencia, el país se hundió en el caos forzando al primer ministro del país a dimitir en febrero de 2018 para dar paso a una reforma política, para poner fin a la corrupción endémica, los abusos generalizados en materia de derechos humanos y para evitar la senda de desintegración estatal.

A principios de 2018, Etiopía experimentó una significativa transformación política hacia la democracia y mejor gobernanza, manteniendo al mismo tiempo su rumbo para convertirse en un país de ingresos medios en 2025. Más importante, por primera vez en la historia de Etiopía, el primer ministro dimitió y cedió el poder político a su sucesor de manera pacífica. El nuevo primer ministro, que es oromo, por tanto perteneciente al grupo étnico más grande, aunque marginado, del país, asumió el poder político en abril de 2018. Como parte de su reforma, el nuevo primer ministro ha tendido una rama de olivo a partidos políticos en el exilio, activistas y periodistas para participar en la reconstrucción y consolidación del Estado-nación.2

En septiembre de 2018, Addis Abeba se iluminaba de júbilo por la vuelta de partidos políticos de la oposición y la perspectiva de que el país iniciara una senda hacia la transformación política pacífica. Sin embargo, en los últimos meses de 2018 el país vivió nuevas oleadas de inestabilidad política en forma de conflictos étnicos y litigios fronterizos.

A pesar de notables cambios, como esfuerzos para instaurar la paridad de género en los órganos de la rama ejecutiva, una mujer como jefa de Estado y mujeres nombradas para los cargos de presidenta del Tribunal Supremo y presidenta de la Comisión de la Junta Electoral, la situación de otros grupos en todo el país, incluyendo pueblos indígenas, continúa siendo precaria.

Violencia e inseguridad

Como parte del proceso de consolidación del Estado-nación de Etiopia, políticas de desarrollo como programas de inversión en tierras y programas de creación de nuevas aldeas de asentamiento han tenido considerables impactos sobre los pueblos indígenas y han causado violentos conflictos, que a su vez han afectado negativamente a los medios de vida y la seguridad alimentaria. En muchos casos, los agentes militares y de seguridad son acusados de utilizar excesiva fuerza contra civiles inocentes.3 En septiembre de 2018, jóvenes anuak de Gambella protestaron en Addis Abeba contra el desempleo generalizado, el nepotismo y la corrupción a pesar de las reformas políticas emprendidas. Como resultado, militares en uniforme asesinaron a ocho adolescentes anuak e hirieron a otros veintidós, retumbando los ecos del violento Genocidio Anuak del 12 de diciembre de 2003, cuando el ejército etíope y colonos habesha mataron a cientos de jóvenes y hombres anuak en toda la ciudad de Gambella.

De igual manera, el estado regional colindante del norte, Benishangul-Gumuz, también experimentó los negativos efectos de las reformas políticas del país en la última mitad de 2018 cuando, tras la transición federal de poder, se llevó a cabo un mortífero ataque sobre los pueblos indígenas a lo largo de la frontera sur de Sudán por parte del Frente de Liberación Oromo, una organización separatista creada para defender los ideales de un estado independiente exclusivo oromo en un intento de ampliar las fronteras de Oromia. El violento conflicto estuvo desencadenado por el asesinato de cuatro funcionarios de Benishangul-Gumuz.

En este conflicto regional de larga duración entre Benishangul-Gumuz y Oromia, se estiman que 1,7 millones de personas indígenas han sido desplazadas, mientras que decenas de miles han buscado refugio y protección tras las fronteras de Kenia, Sudán y Sudán del Sur.

Proyectos de desarrollo a gran escala

Etiopía tiene un largo historial de proyectos de desarrollo que han tenido devastadores efectos para las comunidades locales. En la década de 1950, el último monarca etíope estableció un proyecto de azúcar y algodón a los largo del río Awash, forzando a los afar a reubicarse lejos de zonas de pasto y puntos de agua.4 Hoy, un informe de Oakland Institute sugiere que plantaciones de azúcar y algodón han sido factores que han contribuido a inseguridad alimentaria, competencia por recursos escasos y erosión del suelo.5 Intervenciones de desarrollo a gran escala han sido parte de estrategias de consolidación del Estado-nación dirigidas a poner fin a la pobreza y convertirse en un país de nivel medio en 2025. Pero hasta el momento, tales políticas de desarrollo e inversiones a gran escala como inversiones en terrenos, programas de creación de nuevas aldeas de reasentamiento y presas de riego han desplazado a un gran número de personas indígenas, y se consideran en gran medida como las principales causas de la alta tasa de migración del campo a la ciudad, desempleo y mayores tasas de delincuencia.

Inversión en tierras

El Cuerno de África es una de las regiones más vulnerables ambientalmente y con más inseguridad alimentaria del mundo. Etiopía en particular se encuentra entre los países con mayor inseguridad alimentaria del continente africano. Aproximadamente 18 millones de personas sufren anualmente inseguridad alimentaria y dependen de la ayuda económica y alimentaria de donantes internacionales. Además, en los últimos tiempos Etiopía ha visto agravado el problema de la seguridad alimentaria por el cambio climático que ha afectado muy negativamente los resultados económicos de la economía de crecimiento constante del país.6 Los esfuerzos para reducir la pobreza y mejorar a pequeños agricultores no se han materializado. Tampoco los esfuerzos en rápida industrialización basada en insumos agrícolas. Los críticos apuntan al deficiente historial de derechos humanos del país y las políticas de desarrollo que el Gobierno ha estado defendiendo agresivamente.7 En abril de 2018 se dio a conocer la noticia de que Karuturi Global, un consorcio indio acusado de apropiación de tierras, planeaba volver a Gambela.8 Este nuevo acuerdo sugiere que Karuturi Global explotaría 25.000 ha.9 Hay que recordar que Karuturi perdió su licencia en 2017 después de que solo utilizara 7000 ha de las 100.000 ha de tierra que inicialmente le fueron asignadas mediante concesiones.10

Perspectiva para 2019

El camino para transformar el espíritu político roto de Etiopia y la falta de gobierno democrático, mediante el estado de derecho y la reforma electoral que promete proporcionar a los partidos políticos igualdad de condiciones, da a las partes involucradas optimismo y esperanza, un sentimiento potenciado por el acuerdo de paz entre Etiopía y Eritrea. Los pueblos indígenas del país esperan ganar oportunidades y presionar para que el Gobierno firme y cumpla los marcos jurídicos internacionales que tienen como objetivo proteger a los pueblos indígenas en términos de sus derechos a tierras y territorios, cultura, lengua y autonomía económica.

 

Este artículo es parte de la 33ª edición de El Mundo Indígena, un resumen anual producido por IWGIA que sirve para documentar e informar sobre los desarrollos que han experimentado los pueblos indígenas. Encuentra El Mundo Indígena 2019 completo aquí.

 

Notas y referencias

  1. Véase DW News en http://bit.ly/2IyAVf4
  2. Véase The Guardian en http://bit.ly/2IyQEL1
  3. Véase Human Rights Watch en http://bit.ly/2IQI3nt
  4. Ibid
  5. Ibid
  6. Véase The Oakland Institute: “Miracle or Mirage: Manufacturing Hunger and Poverty In Ethiopia” en http://bit.ly/2IDDRqL
  7. Ibid
  8. Véase Farmlandgrab.org en http://bit.ly/2IDE1hR
  9. Ibid
  10. Ibid

Nyikaw Ochalla es el director de Anywaa Survival Organisation que apoya los derechos de los pueblos indígenas a la tierra y la protección de su dignidad y derechos humanos fundamentales.

Etiquetas: Derechos Humanos, Defensores de derechos humanos indígenas

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