El Mundo Indígena 2024: Eritrea
Eritrea se encuentra ubicado en el denominado Cuerno de África y posee un amplio litoral bañado por el Mar Rojo. Surgió como un invento colonial de Italia a finales del siglo XIX, superpuesto sobre las poblaciones indígenas existentes. La población actual de Eritrea comprende entre 4,4 y 5,9 millones de habitantes.[1] Hay al menos cuatro pueblos indígenas: los Afar (entre el 4% y el 12% de la población total), los Kunama (2%), los Saho (4%) y los Nara (>1%).[2] Estos grupos han habitado sus territorios tradicionales durante aproximadamente 2.000 años. Se diferencian de los dos grupos étnicos predominantes en su idioma (cuatro lenguas distintas), religión (el islam), economía (agricultura y pastoreo nómada), sistema de derecho (consuetudinario), cultura y estilo de vida. Los cuatro grupos indígenas sufren marginación y persecución.[3]
De conformidad con una resolución de las Naciones Unidas de 1950 instando a crear una federación entre Etiopía y la colonia de Eritrea que el Reino Unido había quitado a Italia, en 1952 se estableció dicha federación. Las tensiones surgieron de inmediato cuando Etiopía comenzó a inmiscuirse en los tribunales y el ejecutivo de Eritrea. Estalló una lucha armada de liberación nacional en la década de 1960 cuando Etiopía abolió las lenguas oficiales de Eritrea, impuso el idioma nacional de Etiopía, el amhárico, anuló la federación y se anexionó Eritrea. La consiguiente lucha por la independencia duró 30 años, hasta alcanzar la victoria en 1991 cuando el régimen actual tomó la capital y se instaló en el poder. Después de un referéndum en 1993, Eritrea se separó de Etiopía y formó un nuevo Estado.
El nacionalismo eritreo emana de las dos grandes mayorías étnicas (el 80% de la población total) que controlan el poder y los recursos. Dicho nacionalismo se fundamenta en la represión de las identidades subestatales, percibidas por la élite como una amenaza para el proceso de construcción nacional. En particular, los pueblos indígenas se han visto duramente presionados debido a la política del Gobierno de erradicar otras identidades regionales y religiosas. El régimen se dedica a expropiar tierras indígenas sin compensación alguna y ha expulsado parcialmente a los pueblos indígenas de sus territorios tradicionales por medio de la violencia.
La existencia de pueblos indígenas como comunidades íntegras se enfrenta a la amenaza de políticas gubernamentales que tienen el objetivo de destruir culturas, economías, posesiones territoriales de los pueblos indígenas y, en algunos casos, también sus estilos de vida nómadas y de pastoreo.
Eritrea es parte de la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial (CERD), la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) y la Convención sobre los Derechos del Niño (CRC), pero no ha ratificado el Convenio 169 de la OIT ni la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI). Se han presentado denuncias en su contra ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, la Comisión de las Naciones Unidas de Investigación de los Derechos Humanos en Eritrea, los Relatores Especiales de las Naciones Unidas sobre la situación de los derechos humanos en Eritrea (todos corroboran las alegaciones) y el Relator Especial de los derechos de los pueblos indígenas. Las denuncias presentan alegaciones de asesinatos en masa, limpieza étnica, desplazamiento de los pueblos indígenas de sus territorios tradicionales y la aniquilación deliberada de la economía indígena.
Un país al límite
El 8 de junio de 2016, la Comisión de las Naciones Unidas de Investigación sobre los Derechos Humanos en Eritrea [COI] confirmó evidencias fundamentadas de que funcionarios eritreos habían cometido crímenes de lesa humanidad de manera generalizada y sistemática durante los últimos 27 años. La Comisión de Investigación aportó pruebas detalladas relativas a delitos específicos de esclavitud, encarcelación, desaparición forzada, tortura, represalias y otros actos inhumanos, persecución, violación y asesinato.[4]
Notoriamente, la Comisión de Investigación constató que estos delitos habían sido perpetrados contra dos de los cuatro pueblos indígenas de Eritrea, los Afar y los Kunama. Según sus averiguaciones, Eritrea había perseguido a estos grupos y, por tanto, la Comisión de Investigación recomendó[5] que la ONU y otros organismos emprendieran acciones de protección para salvaguardar a estos dos grupos indígenas.[6] Entre las medidas recomendadas se incluyen que los delitos y violaciones de derechos humanos de Eritrea sean señalados a la atención de los procedimientos especiales pertinentes,[7] que el Consejo de Seguridad de la ONU determine que la situación en Eritrea constituye una amenaza para la paz y la seguridad internacionales[8] y, en consecuencia, que el Consejo de Seguridad remita la situación en Eritrea al Fiscal de la Corte Penal Internacional.[9]
La situación sigue igual (2021-2022)
En agosto de 2021, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (Office of Foreign Assets Control, OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos sancionó al general Filipos Woldeyohannes, Jefe de las Fuerzas Armadas de Eritrea, por ser líder o funcionario de una entidad involucrada en graves violaciones de derechos humanos cometidas durante el conflicto en Tigray.
En noviembre de 2021, la OFAC amplió sus sanciones y señaló a cuatro entidades y dos individuos por quebrantamiento de lo estipulado en la Orden Ejecutiva 14046, aprobada para hacer frente a la creciente crisis humanitaria y de derechos humanos y a la expansión del conflicto militar en Etiopía como atestiguan numerosos informes de saqueo, agresión sexual, asesinato de civiles y bloqueo de ayuda humanitaria. Los individuos y las entidades expedientados por la OFAC son la Fuerza de Defensa de Eritrea, el Frente Popular para la Democracia y la Justicia (partido gobernante en Eritrea) y empresas e individuos militares asociados. Entre las violaciones de derechos humanos y delitos internacionales perpetrados por las fuerzas eritreas se evidencia el secuestro de refugiados indígenas en Etiopía y su posterior retorno forzado a Eritrea, para combatir en la guerra de Tigray, ser encarcelados en Eritrea o consumar su desaparición presuntamente asesinados.
Dado que en 2022, la situación en Etiopía se tornó más insegura para los refugiados eritreos, 104 familias eritreas afar huyeron del país a pie y cruzaron la frontera con el vecino Yibuti donde pidieron asilo. Yibuti estableció un campo de refugiados en Oblock para estos eritreos afar, llegando a albergar 1.680 personas en 2023.
La situación sigue empeorando (2023)
El 9 de mayo de 2023, de conformidad con un mandato del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en Eritrea, D. Mohamed Abdelsalam Babiker, presentó el informe actualizado sobre la situación de los derechos humanos en el país y sus conclusiones generales fueron de contundente dureza: “Durante el período que abarca el informe no se observaron signos de progreso en la situación de los derechos humanos en el país”.[10] Por el contrario, Babiker observó que se había producido “un deterioro en varios ámbitos.”[11]
Particularmente, en su informe, Babiker destacó el tratamiento de Eritrea a las “comunidades indígenas afar de Eritrea” quienes, puntualizó:
(...) son una de las comunidades más marginadas de Eritrea. Durante varias décadas, han sido objeto de discriminación, acoso, detenciones arbitrarias, desapariciones, violencia y persecución generalizada.[12]
Según el derecho internacional, la persecución cometida con carácter generalizado y sistemático constituye un crimen de lesa humanidad.[13] El Relator Especial Babiker detalló las actuaciones de Eritrea en su afán por perseguir a las personas indígenas afar. Las medidas puestas en marcha por el Gobierno del país, expresó, “han provocado el desplazamiento de las comunidades indígenas afar de su territorio tradicional de Dankalia”,[14] “han impedido [a la etnia indígena afar] llevar a cabo su ocupación tradicional, la pesca”,[15] “han erosionado su cultura”,[16] y “han amenazado su modo de vida”.[17] En su informe, Babiker insta al Gobierno de Eritrea a que “se abstenga de someter a las comunidades indígenas a prácticas discriminatorias, incluidas las detenciones arbitrarias, respete y proteja sus modos de vida y medios de subsistencia tradicionales”.[18] Y no se detuvo ahí. También exhortó a los Estados miembros de la ONU y a las organizaciones internacionales a que ejerzan la jurisdicción universal sobre los presuntos crímenes de lesa humanidad e inicien procedimientos judiciales contra las personas responsables de la comisión de crímenes internacionales y violaciones de las normas de derechos humanos y del derecho internacional humanitario. “Estados miembros y organizaciones internacionales”, manifestó, deben “ejercer la máxima presión sobre el Gobierno de Eritrea para que ponga fin a la práctica de dos décadas de desapariciones forzadas, torturas, detenciones arbitrarias y en régimen de incomunicación y persecución de miles de opositores”.[19]
La resistencia de la diáspora eritrea
Durante 2023, la reacción a la brutalidad de Eritrea rebasó el ámbito de los procesos oficiales de supervisión de las Naciones Unidas y se esparció por las calles de democracias occidentales. Eritrea patrocina festivales en varias ciudades del mundo que acogen a amplias comunidades de la diáspora eritrea (aproximadamente el 20% de la población del país ha huido y vive en el extranjero como refugiados y solicitantes de asilo). El Gobierno de Eritrea presenta estos festivales como eventos culturales, calificación no compartida en absoluto por una diáspora eritrea cada vez más combativa que se opone a la glorificación del líder dictatorial, Isaias Afwerki, a la omnipresencia de funcionarios gubernamentales, a la intimidación de la diáspora incluyendo la presión para pagar un impuesto del 2%, a las amenazas contra aquellas personas que huyen el país y a otros actos coercitivos.
“Estos programas promocionan la brutal dictadura, enaltecen la guerra y blanquean el nombre del propio dictador”, manifestó Semhar Ghebreslassie, miembro del grupo activista global eritreo Yiakl.[20] Primero en Estocolmo, luego en Toronto, Calgary, Minneapolis, Washington y en otras ciudades de Alemania, Estados Unidos, Suecia, Países Bajos y Canadá, los festivales derivaron en violencia y caos. Opositores al régimen atacaron los eventos con cuchillos, palos y piedras, hiriendo a personas que tuvieron que ser atendidas en hospitales; prendieron fuego a coches; y provocaron un caos generalizado imposible de controlar para las unidades antidisturbios, por lo que algunas ciudades decidieron clausurar estos festivales.[21]
Situación de los refugiados eritreos afar en Etiopía
En 2023, aproximadamente 200.000 eritreos afar y un número desconocido de otros pueblos indígenas eritreos huyeron del país y viven como refugiados y solicitantes de asilo en países vecinos. Eritreos afar viven próximos al estado Afar de Etiopía, que tiene una población afar de 1,8 millones,[22] y donde están registrados aproximadamente 57.000 refugiados eritreos afar. Tradicionalmente, Etiopía había acogido con beneplácito a refugiados eritreos afar en los campos de Barhale y Asayita.
Pero la guerra de Tigray (2020-2022) cambió dramáticamente esta tendencia de acogida. En 2022, Barhale, uno de los dos campos de refugiados creados por Etiopía para los eritreos afar, fue destruido por acciones militares y su población afar fue reubicada en la ciudad etíope afar de Semera.[23] Y desde 2022, en el segundo campo de refugiados afar en Asayita, Etiopía discrimina de manera activa a los eritreos afar, denegándoles el acceso a los procedimientos de asilo, violando las obligaciones del país en virtud de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados, lo que ha generado críticas del Relator Especial Babiker.[24] Para empeorar aún más la situación, Etiopía efectuó deportaciones masivas de eritreos afar a Eritrea, terminando algunos de los refugiados retornados reclutados para el ejército y enviados al frente de Tigray[25] y otros sometidos a “tortura, maltrato, desaparición forzada, tráfico de seres humanos y detención arbitraria”.[26] Un impresionante panel de 14 titulares de mandatos de procedimientos especiales de las Naciones Unidas condenó estas deportaciones y devoluciones masivas.[27]
El futuro
La situación de los pueblos indígenas dentro de Eritrea es desalentadora. El país nunca ha celebrado elecciones nacionales libres; carece de legislatura en funcionamiento; está controlado por un pequeño grupo de hombres vinculados al presidente; solo operan medios de comunicación gubernamentales; no hay libertad de expresión ni espacio político; de forma arbitraria y habitual las personas son objeto de detenciones y reclusiones, torturas, desapariciones o ejecuciones extrajudiciales”.[28] No hay garantías ni estructuras institucionales para proteger los derechos indígenas ni a los pueblos indígenas – más bien al contrario. Los pueblos indígenas son perseguidos por el régimen hasta tal punto que importantes organismos de las Naciones Unidas han pedido reiteradamente que los autores rindan cuentas por crímenes de lesa humanidad, como recientemente en mayo de 2023.[29]
No existe un remedio universal para solucionar esta terrible situación. No obstante, seguiré trabajando con mis compañeros para, entre otras acciones, dar a conocer públicamente lo que está sucediendo dentro de este régimen represor.[30] Espero que organismos e instituciones internacionales actúen de igual modo, como ya vienen haciendo el Consejo de Derechos Humanos y sus titulares de mandatos. Sería de gran ayuda que las democracias pudieran establecer con su conducta un modelo ejemplar de relaciones dignas y justas entre los pueblos indígenas y sus sociedades vecinas para así estar en una posición de respeto y reputación óptimos para ser firmes con Eritrea y Etiopía, cuando llegue el día de la rendición de cuentas y por ende, esperemos, de alivio para los perseguidos pueblos indígenas de Eritrea.
Joseph Eliot Magnet, F.R.S.C., es profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Ottawa.
Este artículo es parte de la 38ª edición de El Mundo Indígena, un resumen anual producido por IWGIA que sirve para documentar e informar sobre los desarrollos que han experimentado los pueblos indígenas. La foto de la publicación muestra a un indígena cosechando quinoa en Sunimarka, Perú. Fotografiada por Pablo Lasansky, es la portada del Mundo Indígena 2024 donde originalmente está escrito este artículo. Encuentra El Mundo Indígena 2024 completo aquí.
Notas y referencias
[1] 4.39 millones es la estimación del Banco Mundial, véase World Bank Country Profile: Eritrea, https://www.worldbank.org/en/country/eritrea/overview ; 5,9 millones es la estimación de la CIA, véase CIA, World Factbook, https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/geos/er.html
[2] Las cifras generan controversias que no se pueden resolver por la carencia de cifras fidedignas, ya que ni el Estado eritreo ni otra parte ha realizado conteo ni censo. Según el World Factbook de la CIA, los Afar representan el 2% pero esta cifra es poco probable, pues la ONU ha documentado la presencia de 20.000 refugiados afar en dos campamentos de refugiados en el país vecino de Etiopía, además de una mayor cantidad de personas indocumentadas que buscan asilo político dentro del territorio etíope; dicha población probablemente sería ya equivalente al 2% de la población de Eritrea. La cifra de los Saho es la que indica Abdulkader Saleh Mohammad, The Saho of Eritrea: Ethnic Identity and National Consciousness (Berlin: Lit Verlag, 2013).
[3] Eritrea: Constitutional, Legislative and Administrative Provisions Concerning Indigenous Peoples (una publicación conjunta de la Organización Internacional del Trabajo, la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos y el Centro de Derechos Humanos, Universidad de Pretoria, 2009, págs. 5-7. http://www.chr.up.ac.za/chr_old/indigenous/country_reports/Country_reports_Eritrea.pdf
[4] Segundo informe de la Comisión de las Naciones Unidas de investigación sobre los derechos humanos en Eritrea, A/HRC/32/47, 8 de junio de 2016, párrafo 60, https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G16/093/45/PDF/G1609345.pdf?OpenElement
[5] Párrafo 87-88, 124, 129(b)
[6] Párrafo 124 (la Comisión de Investigación se refiere a los Afar y Kunama como “grupos étnicos”.)
[7] Párrafo 129(b).
[8] Párrafo 132(a).
[9] Párrafo 132(b).
[10] Informe del Relator Especial sobre la situación de los derechos humanos en Eritrea, ONU Doc. A/HRC/53/20 (9 de mayo de 2023), párrafo 2, https://undocs.org/Home/Mobile?FinalSymbol=A%2FHRC%2F53%2F20&Language=E&DeviceType=Desktop&LangRequested=False. A esta misma conclusión llegaron las predecesoras de Babiker en su cargo como Relatoras Especiales, Sheila Keetharuth y Daniela Kravetz, quienes confirmaron el 24 de octubre de 2018 y el 21 de junio de 2019, respectivamente, en sendos comunicados de prensa, que “la situación de los derechos humanos en Eritrea se mantiene sin cambios.” Véase (disponible en inglés) https://www.ohchr.org/en/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=24721&LangID=E.
[11] Id., párrafo 2.
[12] Id., párrafos 58 y 78.
[13] Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, art. 7(1)(h) y 7(2)(g). Véase, en términos generales, F. Pocar, Persecution as a Crime Under International Criminal Law, [2008] 2 Journal of National Security Law and Policy 355.
[14] Documento referido en nota 10, párrafo 59.
[15] Id., párrafo 58.
[16] Id.
[17] Id.
[18] Id, párrafo 80(l).
[19] Id., párrafo 81 (c) y (d).
[20] The Guardian, Eritrean diaspora vow to continue disrupting festivals that ‘promote dictatorship’ https://www.theguardian.com/world/2023/aug/12/eritrean-diaspora-vow-to-continue-disrupting-festivals-that-promote-dictatorship; CBC News, Why Eritreans in Canada are clashing at festivals https://www.cbc.ca/amp/1.6944229.
[21] The Guardian, Id.
[22] Etiopía, Agencia Central de Estadísticas. Esta es una proyección estadística correspondiente a 2017.
[23] Ethiopian Citizen, 27 de febrero de 2022, https://www.ethiopiancitizen.com/2022/02/tplf-forces-displaced-over-34246-refugees-from-harhale.html?m=1.
[24] Documento referido en nota 10, párrafos 66-67.
[25] Declaraciones testimoniales de consulta en los archivos de la organización política Eritrean Afar National Congress, contacto Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..
[26] Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, comunicado de prensa (13 de julio de 2023), (disponible en inglés), https://www.ohchr.org/en/press-releases/2023/07/un-experts-urge-ethiopia-halt-mass-deportation-eritreans:~:text=GENEVA%20(13%20July%202023)%-,%2C%20asylum%2Dseekers%20and%20migrants.
[27] Id.
[28] Informe de los resultados detallados de la comisión de investigación sobre los derechos humanos en Eritrea, A/HRC/29/CRP.1, 5 de junio de 2015, pág. 1, (disponible en inglés) http://www.ohchr.org/EN/HRBodies/HRC/CoIEritrea/Pages/ReportCoIEritrea.aspx
[29] En 2013, la Relatora Especial sobre Eritrea informó que el Gobierno de Eritrea estaba cometiendo una espiral de asesinatos, desapariciones forzadas, torturas y violaciones con el fin de expulsar a las personas indígenas de su territorio tradicional y de aniquilar sus medios tradicionales de subsistencia y sustento: Informe de la Relatora Especial sobre la situación de los derechos humanos en Eritrea, UN Doc A/HRC/23/53, 28 de mayo de 2013, párrafo 77, https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G13/141/02/PDF/G1314102.pdf?OpenElement. El Primer Informe de la Comisión de Investigación (COI) en 2015 confirmó estas conclusiones: Informe de los resultados detallados de la comisión de investigación sobre los derechos humanos en Eritrea, ONU Doc A/HRC/29/CRP.1, 5 de junio de 2015, párrafos 1121, 1171 (disponible en inglés), http://www.ohchr.org/EN/HRBodies/HRC/CoIEritrea/Pages/ReportCoIEritrea.aspx. En junio de 2018, la Relatora Especial informó que Eritrea continuaba perpetrando delitos y vulneraciones: Informe de la Relatora Especial sobre la situación de los derechos humanos en Eritrea, párrafos 90-93, 11 de junio de 2018, A/HRC/38/50, https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/G18/189/93/PDF/G1818993.pdf?OpenElement. Y, como se pone de relieve en el presente texto, el recién nombrado Relator Especial confirmó en 2023 que la situación no solo proseguía sino que estaba empeorando.
[30] Desde 2010 desempeño labores de asesor jurídico de la nación Afar y, gracias a ello, he forjado una amplia red de personas que viven en los países del Cuerno, quienes nos proporcionan información de primera mano sobre los acontecimientos que suceden allí.
Etiquetas: Derechos Humanos, Integridad cultural, Procesos internacionales