El Mundo Indígena 2022: Zimbabue
Si bien el Gobierno de Zimbabue no reconoce a ningún grupo específico como indígena del país, dos pueblos se identifican a sí mismos como tales: los San Tshwa (Tjwa, Cua) que, se encuentran en el oeste, y los Doma (Vadema, Tembomvura) del distrito de Mbire en el centro-norte. Las estimaciones indican que hay 3.038 tshwa y 1.495 doma, representando aproximadamente el 0.031% de la población del país de 14.829.988 habitantes en 2021. El gobierno utiliza el término “comunidades marginadas” al referirse a estos grupos.
Muchos de los tshwa y doma viven por debajo del umbral de pobreza y componen uno de los sectores más pobres del país. Los datos socioeconómicos relativos a ambos grupos son escasos, aunque se realizó un estudio de los doma en 2021. Tanto los tshwa como los doma tienen antecedentes de caza y recolección y en la actualidad sus hogares se sustentan con economías diversificadas, que incluyen trabajo agrícola informal para otros grupos, pastoreo, minería, empresas comerciales a pequeña escala y trabajos en el sector del turismo. Las remesas de familiares y amigos, tanto de dentro como de fuera del país, constituyen una pequeña parte de los ingresos totales. Al igual que otros zimbabuenses, algunos tshwa y doma han emigrado a otros países en busca de oportunidades de obtención de ingresos, empleo y mayor seguridad social.
El cumplimiento de los derechos humanos fundamentales en Zimbabue sigue siendo un desafío. Zimbabue es parte en la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, la Convención sobre los Derechos del Niño, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer , el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. La presentación de informes sobre estas convenciones está muy atrasada, pero en 2021 se hicieron esfuerzos para cumplir con algunos de los requisitos. Zimbabue también votó a favor de la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en 2007. Por el contrario , no ha firmado la única convención internacional de derechos humanos que se ocupa de los pueblos indígenas: el Convenio Nº 169 de la OIT sobre pueblos indígenas y tribales de 1989. El gobierno ha expresado su deseo de ampliar sus programas y la prestación de servicios a las comunidades marginadas pero no existen leyes específicas sobre los derechos de los pueblos indígenas en Zimbabue. Sin embargo, el idioma “koisan” está incluido en la Constitución revisada de 2013 como uno de los 16 idiomas reconocidos del país, y existe cierta conciencia en el gobierno sobre la necesidad de contar con más información y mejores enfoques para la reducción de la pobreza y la mejora del bienestar de las minorías y las comunidades marginadas.
El COVID-19 en Zimbabue
En 2021, Zimbabue, al igual que otros países del sur de África, tuvo que hacer frente a los impactos del COVID-19. Los confinamientos efectuados ayudaron a prevenir la propagación del virus, como también contribuyeron el uso de mascarillas, la distancia social y el lavado de manos. A finales de 2021, la tasa de vacunación se situaba en 50,3 % aunque en algunas zonas, particularmente en las remotas, las tasas eran mucho más bajas. La propagación de la variante Ómicron hacia finales de 2021 causó altos índices de hospitalización y la falta de acceso a agua potable en todo el país ha fomentado las negativas consecuencias del COVID-19.
La pandemia repercutió significativamente en las economías y medios de subsistencia de comunidades indígenas y de las minorías del país. Aunque no se dispone de estadísticas definitivas, parece que el turismo sufrió un descenso de hasta el 60 % en 2021[1]. Los datos relativos a las zonas protegidas del país, incluyendo Hwange, Cataratas Victoria y Gonarezhou, revelaron una considerable caída de las visitas turísticas, lo que afectó a los empleados de los parques, así como también a las personas que residen en la periferia de los mismos y que viven de esta actividad y de la venta de artesanías. La falta de ventas de productos artesanales tuvo especial impacto en las mujeres. Asimismo, la pandemia del COVID-19 ha tenido consecuencias directas e indirectas en la fauna y la flora silvestre de las zonas protegidas, registrándose un incremento de animales muertos por diversas enfermedades debido a la falta de protección de los agentes forestales, así como a la falta de fondos.
La Comisión de Derechos Humanos de Zimbabue (Zimbabwe Human Rights Commission) prosiguió su labor de impartir seminarios de concienciación sobre los derechos humanos en el país, incluyendo áreas donde viven los san tshwa y Doma (Vadema). Asimismo, la Comisión proporcionó material relacionado con el COVID-19 a cárceles que registraron altas tasas de contagio. En los centros penitenciarios había pocos presos tshwa y doma, la mayoría encarcelados por delitos relacionados con la vida silvestre.
La situación económica y de seguridad en Zimbabue
En 2021, la situación económica del país continuó deteriorándose debido a factores como la elevada inflación, la rápida subida de precios, el creciente desempleo y la dificultad de las personas pobres para acceder a productos básicos. Por otro lado, la enmienda de la Ley de Educación en 2021 propició menores tasas de castigo corporal a los niños en los colegios y menos niñas embarazadas obligadas a abandonar sus estudios. Los cambios en la Ley de Educación también incluyeron una auditoría sobre los niños tshwa y doma, cuya asistencia escolar fue variable en 2021.
La situación de seguridad en Zimbabue siguió siendo problemática en 2021, ya que fuerzas de seguridad patrocinadas por el Estado trataron con dureza a manifestantes, resultando un número considerable de ellos golpeados, arrestados y encarcelados, a veces durante prolongados períodos de tiempo. Al menos 70 manifestantes y periodistas antigubernamentales fueron arrestados en 2021. El número de personas indígenas arrestadas por explotación ilegal de fauna y flora silvestre descendió en 2021, en parte porque había menos personal operativo del Departamento de Administración de Parques Nacionales y Vida Silvestre por las restricciones presupuestarias[2].
En el distrito de Tsholotsho, perteneciente a la provincia de Matabeleland Norte, donde reside la mayor población de tshwa, la policía de Zimbabue lanzó una investigación sobre la venta de elefantes por parte de consejeros y otros representantes del gobierno regional. Presuntamente estaban fijando los precios a la baja de las licencias de elefantes y, como resultado, privando a la comunidad de Tsholotsho de decenas de miles de dólares zimbabuenses[3]. Bajo los auspicios del Programa de Gestión de Áreas Comunales para los Recursos Indígenas (Communal Areas Management Programme for Indigenous Resources, CAMPFIRE) de Zimbabue, los tshwa y otros miembros de comunidades debían recibir fondos derivados de la venta de licencias de elefantes en 2021.
Actividades comunitarias
En 2021, el Fondo de Desarrollo Tsoro-o-tso San (Tsoro-o-tso San Development Trust, TSDT) se reunió con miembros de la comunidad Tshwa en los distritos de Tsholotsho y Bulalima Mangwe para tratar cuestiones relativas a educación, documentación en lengua materna, salud, liderazgo y acceso a tierras[4]. El TSDT continuó trabajando con organizaciones no gubernamentales e instituciones de investigación locales e internacionales sobre temas de documentación educativa y lingüística. Aunque algunos analistas consideran que los San de Tsholotsho no han conseguido realizar la transición a la modernización,[5] el Fondo de Desarrollo Tsoro-o-tso San sostiene que la modernización ha afectado a los medios de vida de los tshwa de diversas maneras, como demuestra el hecho de que en 2021, decenas de ellos trabajaban en la economía industrial moderna y varios jóvenes de la comunidad estaban estudiando en la universidad.
En julio de 2021, una delegación gubernamental visitó Tsholotsho en representación del Consejo de Ministros. Esta misión de alto nivel tenía como objetivo examinar la realidad de los derechos de igualdad y no discriminación, especialmente en relación con los tshwa. La delegación constató falta de documentos de identidad, altos niveles de embarazos de adolescentes, deficientes tasas de educación e inseguridad alimentaria entre los San.
El Consejo de Ministros dio instrucciones para que cada ministerio identificara y asumiera funciones de desarrollo en áreas habitadas por los tshwa. Además, especificó que se debían crear dos o tres centros más de enseñanza primaria y secundaria en la zona, junto con clínicas sanitarias, acceso a empleo formal e informal, y mejoras en el programa CAMPFIRE[6] y fideicomiso de tierra local, a su vez de facilitarse los trámites para obtener documentos de nacimiento e identidad. Asimismo, el Consejo de Ministros encomendó que se nombraran jefes y líderes San. Se realizó seguimiento de estas directrices y comenzó su implementación.
Hasta 2021, los tshwa no tenían líderes propios reconocidos oficialmente. Finalmente, el 2 de noviembre de 2021, los tshwa pudieron seleccionar a su jefe y a su líder, de conformidad con la directiva anteriormente mencionada del Consejo de Ministros. Christopher Dube es ahora el jefe y Zeckius Tshuma el líder designado para todos los tshwa de Zimbabue. Se esperaba que sus nombramientos fueran confirmados oficialmente por el Gobierno de Zimbabue a finales de diciembre de 2021. Los doma del Valle del Zambezi tienen aún que realizar el proceso de elección de su propio jefe y de otras autoridades locales.
Por otra parte, prosiguieron las interacciones transfronterizas entre tshwa del oeste de Zimbabue y noreste de Botsuana. Se produjo algún flujo migratorio desde Tsholotsho a otras áreas, incluyendo a Bulawayo, y un pequeño número de tshwa emigró en busca de empleo a Botsuana, Sudáfrica y Zambia. En 2021, al menos media docena de tshwa estaban trabajando en actividades mineras informales en el oeste de Zimbabue.
La situación de mujeres y jóvenes indígenas
Organizaciones de mujeres de Zimbabue y el Fondo de Desarrollo Tsoro-o-tso San señalaron que en 2021 ascendieron las tasas de violaciones y maltrato a cónyuges y niños, posiblemente vinculado con la pandemia del COVID-19. Por otra parte, aumentó de forma limitada el número de niñas indígenas que acudió al colegio, aunque algunas tuvieron que abandonarlo posteriormente para ayudar a sus padres frente a las presiones económicas causadas por la pandemia. Las tasas de desempleo de las mujeres indígenas en el sector turístico se incrementaron considerablemente, pero las mujeres tshwa y doma pudieron afrontar la coyuntura en cierta manera gracias a las donaciones de alimentos del Gobierno de Zimbabue y ONG. Algunas se trasladaron a las ciudades para buscar trabajo o vender artesanías a clientes urbanos. Se evidenció que la salud de las mujeres indígenas empeoró durante 2021, en cierta medida debido al COVID-19. Mujeres tshwa y doma recurrieron también a medicinas ancestrales y buscaron asistencia de curanderos tradicionales para combatir las enfermedades que estaban sufriendo ellas y sus familias. Asimismo, personas indígenas de Zimbabue hicieron llamamientos para que se concediera más importancia a su salud y bienestar, haciéndose eco de las manifestaciones de la Coalición de Mujeres de Zimbabue (Women’s Coalition of Zimbabwe) y el Grupo de Acción de Mujeres (Women’s Action Group). El COVID-19, aunque en sí es una enorme amenaza para Zimbabue, sirvió al menos para focalizar una mayor atención sobre las graves y complejas cuestiones sociales, económicas y políticas a las que se enfrentan las personas indígenas, de minorías y vulnerables que forman parte de la población del país.
Davy Ndlovu es director del Fondo de Desarrollo Tsoro-o-tso San en Bulawayo. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Ben Begbie-Clench es consultor en temas relacionados con los san y los doma en Zimbabue y reside en Namibia. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Robert Hitchcock es miembro de la junta directiva del Fondo de los Pueblos del Kalahari (Kalahari Peoples Fund), una organización sin fines de lucro dedicada a ayudar a los pueblos del sur de África. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Este artículo es parte de la 36ª edición de El Mundo Indígena, un resumen anual producido por IWGIA que sirve para documentar e informar sobre los desarrollos que han experimentado los pueblos indígenas. La foto de la publicación muestra mujeres indígenas que se ponen de pie y asumen el mando en la lucha por los derechos territoriales de su comunidad en Jharkhand, India. Fotografiada por Signe Leth, es la portada del Mundo Indígena 2022 donde originalmente está escrito este artículo. Encuentra El Mundo Indígena 2022 completo aquí
Notas y referencias
[1] Zimstat. Estadísticas de Turismo de Zimbabue. 2021.
[2] Ndlovu, M., G. Matipano y R. Miliyasi. “An analysis of the effect of COVID-19 pandemic on wildlife protection in protected areas of Zimbabwe in 2020”. Scientific African 14, noviembre de 2021, e01031. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S246822762100332X
[3] Bulawayo 24. “Zimbabwe: police probe Tsholotsho elephant sales”. Bulawayo 24, 14 de diciembre de 2021.
[4] “Tsoro-o-tso San Development Trust Annual Report for 2021”. Bulawayo: TSDT.
[5] Dube, T., C Ncube, P Moyo, K Phiri y N Moyo. “Marginal communities and livelihoods: San communities’ failed transition to a modern economy in Tsholotsho, Zimbabwe”. Development Southern Africa, Volume 38, 2021 - Issue 6. https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/0376835X.2021.1955660
[6] El Programa de Gestión de Áreas Comunales para los Recursos Indígenas (Communal Areas Management Programme for Indigenous Resources, CAMPFIRE) fue creado en Zimbabue en 1986 y estipula que las comunidades deben recibir algunos de los beneficios derivados del turismo y de actividades de safaris de caza.
Etiquetas: Gobernanza Global, Derechos Humanos