• Pueblos indígenas en Ruanda

    Pueblos indígenas en Ruanda

    La población batwa en Ruanda se estima en 25.000–30.000 personas,1 lo que supone menos del 1% de los aproximadamente 12 millones de habitantes de Ruanda en el año 2018 (Instituto Nacional de Estadísticas de Ruanda). Las leyes posteriores al genocidio impiden la recopilación y divulgación de datos desglosados por etnia, por lo que se desconoce el número exacto de población batwa.

Ruanda

La población batwa en Ruanda se estima en 25.000–30.000 personas,1 lo que supone menos del 1% de los aproximadamente 12 millones de habitantes de Ruanda en el año 2018 (Instituto Nacional de Estadísticas de Ruanda). Las leyes posteriores al genocidio impiden la recopilación y divulgación de datos desglosados por etnia, por lo que se desconoce el número exacto de población batwa. Aunque se ha constatado un aumento en la atención política hacia los problemas a los que se enfrentan los batwa en Ruanda, continúan estando extremadamente desfavorecidos a nivel social y económico. En Ruanda, a los batwa también se les conoce como: “alfareros”, una ocupación con la que históricamente se les ha asociado; la “población históricamente marginada”, una referencia no étnica a su estatus de segunda clase a lo largo de la historia de Ruanda; abasangwabutaka (habitantes originarios de la tierra); y abasigajwe iynuma n’amateka (los que la historia ha dejado atrás). Fuera de Ruanda, a los batwa se les denomina twa, “pigmeos” (un término peyorativo), habitantes del bosque y (antiguos) cazadores-recolectores.

Los batwa carecen de sólida representación en estructuras gubernamentales y actualmente tienen solo un senador que les representa oficialmente en el Senado nacional. Este cargo es uno de los ocho designados por el presidente para representar a grupos “históricamente marginados”. Las iniciativas en materia de justicia transicional implementadas por el Gobierno de Ruanda tras el genocidio de 1994 han eliminado designaciones étnicas, rechazado el reconocimiento de categorías especiales de la población y penalizado declaraciones o acciones consideradas “divisionistas”, habida cuenta de que en el pasado políticas y retóricas divisorias condujeron al genocidio. Por consiguiente, los batwa no están oficialmente reconocidos como grupo indígena ni se les han otorgado derechos ni protecciones como tal. Ruanda es un Estado Parte de los siguientes mecanismos y entidades: ACHPR, ACRWC, ICESCR, ICCPR, CERD, CEDAW, CRC y otros.

Sin embargo el país no ha ratificado la DNUDPI ni el Convenio 169 de la OIT.2

Los batwa son ampliamente reconocidos como el pueblo indígena o autóctono de la región de los Grandes Lagos de África y sus territorios ancestrales se encuentran en los bosques alrededor del lago Kivu en Ruanda, Uganda, Burundi y la República Democrática del Congo (RDC). Fueron desalojados de los bosques del oeste de Ruanda en sucesivas oleadas propiciadas por iniciativas de desarrollo y fortalecimiento de la conservación de influencia y exigencia internacional a lo largo del siglo XX dirigidas, en parte, a proteger las especies endémicas y en peligro de extinción de la región – especialmente los famosos gorilas de montaña. Antes del desahucio con carácter permanente de los bosques entre las décadas 1970 y 1990, los batwa dependían de estos bosques ricos en recursos para su sustento, medios de vida, actividades espirituales e identidad. En la actualidad, la mayor parte de su territorio tradicional se ha convertido en los tres parques nacionales del país – Volcanes, Gishwati y Nyungwe – que atesoran la mayoría de la biodiversidad de Ruanda y generan significativos ingresos por turismo.

Falta de reconocimiento, exclusión y marginación

2018 fue testigo de algunas pequeñas muestras de progreso para los batwa en forma de mayor consideración política, aunque estos signos son complejos dado el contexto político de la Ruanda posterior al genocidio. El Gobierno de Ruanda ha prohibido el uso de referencias e identidades étnicas en un intento de evitar una vuelta a la violencia étnica y con el fin de promover la ciudadanía nacional como la única identidad necesaria en la Ruanda actual. El Gobierno también rechaza reconocer categorías especiales de población, incluyendo pueblo indígena, en aras de fomentar la unidad y la reconciliación. Declaraciones o acciones consideradas “divisionistas” se penalizan y potencialmente acarrean la imposición de severas multas y/o largas condenas de prisión si la persona es declarada culpable. Varias leyes constitucionales de 2001 respaldan estas políticas y continúan aplicándose en muchas esferas de la vida pública.

Las implicaciones de las leyes de identidad ruandesa se han debatido en profundidad. Sin embargo, para los batwa impiden cualquier posibilidad de reclamar estatus y derechos indígenas. La falta de reconocimiento indígena oficial hace más difícil contrarrestar la discriminación y proteger su tierra, medios de vida y cultura distintiva. La representación política insuficiente, particularmente a niveles gubernamentales más bajos, significa que los batwa a menudo son excluidos de los procesos de toma de decisiones. Es imperativo que las autoridades locales incluyan a sus electores batwa en todas las decisiones que puedan afectar a sus vidas.

Los problemas de desigualdad para los batwa en Ruanda persisten a pesar de intentos por parte del Gobierno y la sociedad civil de eliminarlos. En la actualidad, muchas personas batwa se enfrentan a marginación, malas condiciones de vida y sanidad, pérdida de tierra y medios de vida y falta de educación. Existen notables diferencias entre las vidas y condiciones de los batwa que viven en zonas urbanas y zonas rurales, aunque en ambos entornos tienen que hacer frente a desafíos en términos de cubrir sus necesidades básicas. Muchos batwa de zonas rurales han de hacer frente a viviendas inadecuadas, flagrante discriminación, falta de seguridad alimentaria, falta de acceso a agua potable, dificultad para asistir a la escuela y subempleo o desempleo. Sus homólogos urbanos se enfrentan a muchas dificultades similares pero ganan al tener mayor acceso a comodidades y recursos modernos, mayores oportunidades de empleo, mayor acceso a educación y apoyo académico y mayor integración en la sociedad.

Medios de vida

La carencia de actividades generadoras de suficientes ingresos es una realidad prevalente en toda Ruanda pero dicha situación se agrava en el caso de los batwa debido al significativo mayor grado de discriminación y falta de educación y tierra que sufren. Las personas batwa se han dedicado a elaborar y vender o comercializar piezas de barro durante generaciones. Ahora que los recipientes de cocina de plástico y metal son omnipresentes ya no se demandan tanto de barro. Solo las personas pobres continúan utilizando estos recipientes para cocinar y los alfareros no venden muchos al año. Obtener la arcilla se ha convertido en una tarea cada vez más difícil ya que muchos de los valles donde se encuentra esta materia se utilizan en la actualidad para cultivar arroz. La alfarería es una tarea que conlleva mucho tiempo y requiere materiales adicionales, como leña o carbón, para completar la obra. La elaboración de una olla puede tardar varios días hasta que está lista para venderse debido a los procesos de secado y horneado. Esa olla se venderá posteriormente por 50-150 FRW, equivalente a 0,10-0,15 USD. A pesar de estos obstáculos, muchas comunidades batwa de todo el país continúan dedicándose a la alfarería.

Un potencial beneficio que se deriva de mantener esta actividad es la capacidad de formar cooperativas o asociaciones para trabajar y vender piezas de alfarería colectivamente en un lugar conocido y accesible. Esta actividad se está realizando con éxito en la capital Kigali desde hace varios años. Las cooperativas de alfarería en Kigali se benefician del turismo, clientes locales y extranjeros y una parcela de tierra para la recogida de arcilla y ganado. Se debe priorizar el respaldo a varios tipos de formaciones cooperativas (incluyendo agrícolas, alfareras y otras artesanías) en zonas rurales en particular, y las comunidades batwa se beneficiarían de ser destinatarios de este tipo de iniciativas. Otra actividad común de generación de ingresos entre los batwa es como jornaleros en los campos de otras personas. En general no es un trabajo con el que obtengan una remuneración suficiente para alimentar a una familia pero genera más dinero que la alfarería. Esta actividad resalta la capacidad y voluntad de muchos batwa de aprender y practicar técnicas de cultivo y se debe ver como un indicador positivo que conceder tierra muy necesaria a familias batwa resultaría inmensamente beneficioso para ellas.

Vivienda y falta de tierra

La expulsión de los bosques ricos en recursos y su consiguiente reubicación forzada en aldeas pobres han tenido efectos perjudiciales en la salud social y física de los batwa. Más aún, la iniciativa de desarrollo Bye Bye Nyakatsi de 2009-2011 destruyó las casas de techos de paja de muchas familias batwa. La intención del Gobierno era reemplazar todas las chozas de tejado de paja por casas de ladrillos de adobe y tejado de zinc pero la actuación irresponsable de algunas autoridades locales provocó períodos de falta de hogar e inadecuada construcción para muchas comunidades batwa. Este cambio dejó a las familias afectadas más vulnerables expuestas al daño del frío y la lluvia o a la destrucción de sus nuevas casas.

Los batwa a lo largo de toda Ruanda se enfrentan al extremo desafío de carencia de tierra como resultado del desahucio que les expulsó del bosque y por el que no se les indemnizó, la pobreza extrema y crónica e injustas transacciones de tierra. Además, la crisis de escasez y agotamiento de tierras, los refugiados que regresan y la necesidad de apoyar el rápido crecimiento de población y urbanización han llevado a una radical reestructuración del paisaje, lo que ha contribuido al despojo de los batwa.

En 2008, una comunidad batwa fue reubicada en el distrito de Kayonza y, desde 2014, 43 familias han vendido su tierra y casas debido a la acuciante necesidad de dinero. Las propiedades fueron vendidas por una fracción de lo que realmente valían y en 2018 el ministro de Gobierno Local viajó a Kayonza para examinar la situación. La comunidad expresó gran pesar por lo sucedido y ahora son más conscientes de los derechos de propiedad y la gestión patrimonial. Asimismo, el gobierno local está tomando medidas para evitar que comunidades vulnerables sufran este tipo de abusos de nuevo y a las familias a las que el Gobierno ha dado tierra no se les permitirá venderla.7

Organizaciones de la sociedad civil

Varias organizaciones locales han emergido para apoyar a los batwa en materia de educación, agricultura e integración en la sociedad general, aunque aún queda mucho por hacer para mejorar sus condiciones. Estas organizaciones se han beneficiado de relaciones con organizaciones internacionales y no gubernamentales más grandes, algunas de las cuales ofrecen a los batwa contactos con redes internacionales de defensa de pueblos indígenas y minorías. Sin embargo, debido a las restricciones en declaraciones políticas y acciones sobre la clasificación étnica e indígena, estas organizaciones tienen que ser extremadamente cuidadosas en sus actividades para mantener la corrección política. En varias ocasiones anteriores, el Gobierno de Ruanda ha evitado que organizaciones explícitamente dedicaran talleres o formación a los batwa por motivos de considerarse divisorio y excluyente y no estar en sintonía con la promoción de la identidad ndumunyuRuanda – ruandesa global. Organizaciones locales que apoyan a los batwa han de actuar con cuidadosa precaución pero están comprometidas a mejorar las vidas de personas batwa. Se requiere que el Gobierno de Ruanda les respalde facilitando su trabajo.

Notas y referencias

  1. Véase AIMPO – Kigali, en http://bit.ly/2N2qYFj
  2. Véase African Comission on Human and Peoples’ Rights, “Report Of The African Commission’s Working Group On Indigenous Populations/Communities” en http://bit.ly/2N2DDbm
  3. Véase IGIHE, “Kayonza: Abasigajwe inyuma n’amateka mu marira nyuma yo kugurisha amasambu bahawe na leta” en http://bit.ly/2N2uFuz

Una nación sin etnias: el proceso de reconciliación del Genocidio en Ruanda

POR ANNA KAMANZI

El devastador genocidio de 1994 se cobró la vida de más de 800.000 tutsis, hutus moderados y twas. El Estado se ha embarcado en un ambicioso programa de reconciliación y reconstrucción a través de iniciativas de desarrollo y soluciones “caseras” de unidad nacional. Pese a que la comunidad internacional lo considera un caso de éxito, los organismos de derechos humanos cuestionan el rechazo del gobierno ruandés a la autoidentificación indígena bajo el argumento de que crea “divisionismo étnico”. La insistencia en una identidad nacional única implica el despojo de tierras, el desplazamiento forzado y la negación de derechos a los pueblos indígenas.

Lea el original en Debates Indígenas.

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Mundo Indígena 2019: Ruanda

La población batwa en Ruanda se estima en 25.000–30.000 personas,1 lo que supone menos del 1% de los aproximadamente 12 millones de habitantes de Ruanda en el año 2018 (Instituto Nacional de Estadísticas de Ruanda). Las leyes posteriores al genocidio impiden la recopilación y divulgación de datos desglosados por etnia, por lo que se desconoce el número exacto de población batwa.

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El Mundo Indígena 2020: Ruanda

Se estima que la población de los Batwa en Ruanda ronda entre 25.000 y 30.0001 habitantes, lo que representa menos del 1% de los aproximadamente 12,4 millones de habitantes de Ruanda en 2019 (Instituto Nacional de Estadística de Ruanda). La legislación posterior al genocidio impide la recopilación y divulgación de datos desglosados por origen étnico, por lo que no se pueden calcular las cifras exactas de los Batwa.

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