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Filipinas: la minería de oro y los pueblos indígenas de la Cordillera

POR JILL K. CARIÑO PARA DEBATES INDÍGENAS

Las prácticas ancestrales de los pueblos indígenas emplean métodos de extracción que respetan a la naturaleza y fortalecen a la comunidad al distribuir los beneficios. Si bien pudieron resistir a los colonizadores españoles, durante el siglo XX fueron avasallados por las compañías estadounidenses que introdujeron sustancias tóxicas y la minería a gran escala. Paralelamente, la política minera de los últimos años permitió la proliferación de grandes mineras que degradaron el medio ambiente y afectaron las condiciones de vida y de trabajo de los pueblos indígenas.

“Gatan, Gatan. Nagapu ti amianan. Ada-adayo piman pinagna na a dalan. Umay ditoy nga ag-anop, nakabirok ti balitok, hey! Balitok ti nagan na, akinbagi ti daga. Masapul pay agpakada kenni Balitok umuna. Ala ka ta Gatan, Saan mo a lipatan ti bilin ni Balitok nu mapan ka ag-usok, hey! Awan koma ag im-imot, Kinabaknang ni Balitok. Inted na ti sapasap. Adi bukudan ti mayat. Ela elay, ela elalay. Irespetom ti bantay. No mayat wenno madi, agsubli nga agsubli, hey!

“Gatan, Gatan. Él vino del norte, recorrió un largo, largo camino, vino aquí a cazar. Pero encontró oro. Balitok es su nombre, dueño de la tierra. Uno debe pedir permiso a Balitok primero antes de tomar el oro. Cuidado, Gatan. No te olvides del mandato de Balitok cuando vayas a la mina. ¡Cuidado! Que nadie les niegue a otros la riqueza de Balitok. Él la dio para todos. No retengas lo que es bueno. Respeta la montaña. Sea bueno o malo, lo que hagas sin dudas volverá a ti. ¡Cuidado!

Itogon es un municipio montañoso, ubicado al norte de Filipinas, que se especializa en la producción de oro. Los pueblos indígenas Ibaloy y Kankanaey Igorots se han dedicado a la minería aurífera y al comercio de este mineral desde el siglo X. Los igorots desarrollaron métodos efectivos de minería y procesamiento del oro, el cual intercambiaban por sal, ganado, cerámica china, telas y sábanas. Los documentos escritos por los colonizadores españoles que llegaron al archipiélago durante el siglo XVI narran la existencia de joyas de oro como collares, pendientes y anillos que solían ser utilizados por los locales.

Hasta el día de hoy, la minería aurífera es una industria importante y la principal fuente de sustento de los pueblos de Itogon. Por un lado, la minería tradicional a pequeña escala es reconocida como un medio de subsistencia crucial, al mismo tiempo que un aspecto central de la cultura y la tradición del pueblo. Por otro lado, la municipalidad ha autorizado a ocho compañías mineras a gran escala, lo cual posicionó a Filipinas como uno de los principales países productores de oro del mundo.

Si bien la coexistencia de ambos tipos de explotación fue posible a través de los años, no siempre ha sido pacífica. Peor aún, por momentos ha sido una notable fuente de conflicto entre las grandes mineras y, los pueblos indígenas y los mineros tradicionales a pequeña escala que ven afectados su territorio y su sustento económico.

Los valores indígenas y la minería tradicional a pequeña escala

La canción Gatan fue compuesta en la década de 1990 durante la resistencia del pueblo de Itogon contra la operación a cielo abierto de Benguet Corporation. En la canción, Balitok (oro) representa al espíritu guardián del metal precioso y le enseña a Gatan, el minero tradicional, a luchar contra la codicia y a respetar los ciclos de la naturaleza. La canción refleja cómo los indígenas desarrollaron sus propias prácticas sostenibles de minería a pequeña escala. Existen reglas consuetudinarias para proteger la tierra, se realizan rituales y se siguen reglas estrictas para garantizar la seguridad de los mineros. El trabajo y la riqueza se comparten de forma equitativa entre toda la comunidad.

Tradicionalmente, la minería se ha limitado a áreas donde se concentran los depósitos de oro y, está prohibida en líneas divisorias de aguas, bosques, cerca de fuentes de agua y sitios sagrados. El mineral de oro se extrae de pequeños túneles (usok) y, la actividad es administrada por familias o pequeños grupos de mineros (kompanya). Generalmente, se toman un descanso durante la temporada de lluvias, cuando resulta peligroso ingresar a los usok para extraer el oro. La minería tradicional prácticamente no utiliza químicos y las consecuencias para el ambiente son mínimas.

El proceso para extraer el oro no es mecanizado y suele realizarse en torno a los huecos mineros. La separación de las partículas de oro se lleva a cabo al aplastar el mineral de manera manual con un mazo, triturarlo en molinos y, finalmente, enjuagar el mineral molido con agua. Por un lado, no se emplea mercurio y, por otro lado, los químicos utilizados no son tóxicos. Hace poco tiempo, los mineros modernos a pequeña escala empezaron a usar cianuro en plataformas de lixiviación para separar el oro, mientras que otros han adoptado el Proceso de Carbón en Pulpa, una tecnología moderna introducida por las grandes minas.

A la hora de dividir la riqueza entre la comunidad, los pueblos indígenas desarrollaron prácticas equitativas de acceso y distribución de los beneficios obtenidos. Una es la distribución del linang, es decir, del relave minero que se descarta luego del primer proceso de enjuague posterior a la molienda, del cual aún pueden obtenerse cantidades significativas de oro. El linang se distribuye entre los ancianos, los niños, las niñas y las mujeres de la comunidad, quienes lo vuelven a procesar para recuperar el oro. La distribución del linang es un mecanismo de maximización de los recursos y de reparto de beneficios, al permitir que quienes no son parte del equipo minero puedan obtener provecho.

Otra forma de compartir los beneficios es el sagaok. Cuando el propietario de un túnel tiene suerte y encuentra mineral de alta calidad, permitirá que otros miembros de la comunidad entren a su usok por una cantidad limitada de tiempo para extraer algo del mineral. Los ancianos, las mujeres y los niños, en especial aquellos que se encuentran en una situación económica apremiante, tienen prioridad. Finalmente, otro mecanismo de distribución es darle oro a los ancianos que se acercan a la mina a pedir o entregarles la comercialización de parte del mineral a estos miembros de la comunidad para poder compartir la ganancia.

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Minero tradicional derritiendo el oro con un soplete. Foto: Ompong Tan / Partners for Indigenous Knowledge Philippines (PIKP)

El ingreso de la minería extranjera en Filipinas

Entre los siglos XVI y XIX, los colonizadores españoles enviaron expediciones militares y de búsqueda de oro con el fin de apoderarse de las minas. Los casi 300 años de dominio colonial se caracterizaron por las repetidas incursiones en las montañas de la Cordillera para subyugar a los igorots y tomar el control de las minas. Los igorots de Benguet fueron la primera línea de defensa contra los intrusos y lograron repeler varios intentos. Finalmente, el poderío militar de los españoles derribó la resistencia de los igorots y, en 1840, el gobierno colonial pudo establecer un régimen político-militar en la Cordillera. De todas formas, las minas de oro permanecieron bajo control igorot hasta que los estadounidenses tomaron el poder en 1900.

Tal como lo describe Olivia M. Habana en Gold Mining in Benguet: 1900 to 1941, las minas de oro “permanecieron intactas y protegidas debido al terreno inhóspito y la vigorosa defensa de los igorot”. De modo diferente, los estadounidenses forjaron una amistad con los igorots y se apropiaron de los objetos y adornos de oro. Actuaron como mercenarios: a cambio de oro, utilizaban rifles para proteger a la élite igorot local (baknang) de sus enemigos. Llevaban a cabo ceremonias y banquetes, absorbieron la cultura local y vivieron en contacto con los igorot. Incluso contrajeron matrimonio con mujeres del pueblo. Luego, celebraron acuerdos con los propietarios mineros baknang, lo cual les permitió reivindicar derechos sobre las minas de oro.

Más tarde, los colonizadores estadounidenses legitimaron la posesión de las minas al aprobar Leyes de Minería que definieron el proceso para presentar demandas sobre tierras mineras. Estas leyes permitieron que las compañías se apropiaran de tierras ancestrales, bosques comunales y sitios mineros de los ibaloy y los kankanaey de Itogon. De esta forma, los buscadores de oro estadounidenses fueron capaces de establecer un control legal sobre la industria minera del oro en Filipinas. Lo que los demandantes y el gobierno civil olvidaron convenientemente fue que estas minas, pasturas y arroyos ya eran propiedad de los igorot.

Desde entonces, la minería del oro en Itogon creció exponencialmente, dominada por tres grandes corporaciones: Benguet Consolidated (actualmente, Benguet Corporation), Atok-Big Wedge y Itogon-Suyoc Mines Inc. Durante casi un siglo de expansión, estas compañías obtuvieron billones de dólares en ganancias. Construyeron rutas de acceso, enormes túneles, portales de minas, tranvías para el transporte de minerales, molinos, plantas de energía eléctrica, diques de relave minero, oficinas, cabañas para empleados y albergues para los trabajadores. Mientras tanto, los pueblos indígenas fueron relegados a las afueras de las minas y, debieron sumar la ganadería y las pequeñas empresas para sostener su economía de subsistencia.

El impacto de la minería de oro a gran escala en Itogon

Más de un siglo de minería a gran escala en Itogon sometió al ambiente físico a una presión tremenda. La tala de árboles para proveer la demanda de madera degradó vastos bosques de pinos y líneas divisorias de aguas. Los movimientos del suelo y la construcción de túneles destruyeron montañas, tanto en la superficie como bajo tierra, lo cual creó condiciones de suelo inestable, desprendimientos, erosión y hundimientos. Los desprendimientos aislaron a las comunidades mineras, en especial, durante la temporada de tifones. La minería a cielo abierto de la Benguet Corporation, que comenzó en la década de 1990, aplanó montañas y desplazó a comunidades mineras y a agricultores.

Los manantiales naturales y los arrozales se secaron debido al hundimiento de la capa freática causado por la construcción de túneles. Las compañías también monopolizaron y privatizaron las fuentes de agua natural de la comunidad. Desviaron ríos para construir diques de relave minero y para proveerse de agua. La contaminación del agua, el entarquinamiento y la degradación de los ríos fueron el resultado de haber descartado los desechos mineros y de la filtración de metales pesados procedentes de los residuos y los escombros. Varios diques de relave colapsaron y contaminaron ríos con toneladas de residuos mineros tóxicos. Los desastres relacionados a la minería provocaron la pérdida de vidas, hogares, propiedades y escuelas.

Por su parte, las comunidades fueron desplazadas y perdieron el acceso a los recursos naturales necesarios para la minería a pequeña escala, la agricultura, la caza, la recolección forestal y la pesca de río. Esto trajo desempleo, inseguridad alimentaria y migraciones. Los mineros tradicionales fueron acusados de usurpar la propiedad de las compañías mineras y sufrieron abusos por parte de la seguridad de estas empresas y de las fuerzas militares, lo cual perturbó la vida pacífica de la aldea y dividió a la comunidad. Por su parte, los miles de empleados de las compañías soportan condiciones de trabajo peligrosas, problemas de salud, prácticas laborales injustas, acoso sindical, pago retrasado o parcial de salarios, rotación de turnos, contractualización laboral y falta del pago de beneficios.

Política minera nacional

Los conflictos surgieron a causa de la política minera nacional de fines de Siglo XX. La Ley Minera de 1995 liberalizó la industria y, habilitó que las corporaciones extranjeras explotaran los recursos naturales y amplias áreas. Además, otorgó generosos incentivos a la inversión extranjera y permitió que los gigantes mineros saqueen la riqueza a costa de las comunidades. Por su parte, la Ley de Minería a Pequeña Escala del Pueblo de 1991 obligó a los mineros a registrarse como una Minahang Bayan (Cooperativa Minera) y a obtener un permiso del gobierno antes de operar. Así sumaron un conjunto de obligaciones: cumplir con condiciones de seguridad, de salud y ambiental; presentar informes de producción; y pagar impuestos, regalías y una participación al Estado. De este modo, la minería tradicional no registrada comenzó a ser considerada ilegal, es penalizada y se le aplican altos impuestos.

En la misma línea, en 2018 el Departamento de Ambiente y Recursos Naturales ordenó la suspensión y moratoria de todas las operaciones mineras a pequeña escala de Itogon, luego de que un desprendimiento masivo provocado por el tifón Ompong matara a más de 100 mineros y a sus familias. Quienes desafiaban la orden de suspensión fueron arrestados e imputados. Finalmente, en abril de 2021, el Presidente, Rodrigo Duterte, firmó la Orden Ejecutiva N° 130 que habilitó la minería a cielo abierto y permitió la actividad de 26 grandes operaciones mineras que estaban frenadas por violaciones ambientales. La Orden Ejecutiva N° 130 reactivó las 291 solicitudes de minería a gran escala existentes, lo cual incrementó la amenaza al medio ambiente y a sus defensores, a la vez que puso en peligro a los restantes sitios de minería tradicional a pequeña escala.

Actualmente, la minería tradicional en Benguet ha declinado. Se han agotado los depósitos de oro accesibles y muchos hogares han reemplazado su medio de sustento por la creación de canteras, la recolección de arena y grava, la agricultura, el empleo pago, la confección de escobas, la contratación en trabajos esporádicos, la venta ambulante y la búsqueda de empleo en el exterior. Muchos mineros tradicionales que se resistían a las grandes compañías se vieron forzados a ser contratados en las antiguas minas de Benguet Corporation bajo severas condiciones de explotación. Otros dependen de instituciones financieras o propietarios de molinos de minerales, quienes demandan una participación importante de la ganancia obtenida del oro.

Los mineros tradicionales continúan enfrentando las amenazas que representan los intereses de las grandes mineras para los depósitos minerales en sus territorios ancestrales. Tienen la presión del gobierno para cumplir con los rigurosos requisitos de registro como Minahang Bayan, y de cumplir con las estrictas reglas, regulaciones e impuestos. A medida que debilita la regulación comunitaria, los mineros tradicionales han comenzado a copiar las malas prácticas, como el incremento del uso del cianuro en plataformas de lixiviación sin la debida consideración del alto costo ambiental y sanitario.

Aprender de las buenas prácticas

Leoncio Na-oy, un minero a pequeña escala de Igorot, ha encontrado apoyo para prohibir el uso de mercurio y otros químicos tóxicos en la minería de oro a pequeña escala. Luego de aprender las buenas prácticas aplicadas por los indígenas de la Cordillera de Benguet, ha enseñado las técnicas en comunidades de África: “Enseño a utilizar lo que puedan encontrar, como una lata de metal, una pala rota o un saco de yute. Sólo con esto y agua, es posible extraer oro. El movimiento arremolinado del cuenco es una habilidad que debe aprenderse para utilizar este método. La práctica fue transmitida por generaciones entre mineros de Baguio y Benguet. Como son una comunidad muy unida, la política de no utilizar mercurio se implementó rápidamente”.

La comunidad campesina Apit Tako de la región de la Cordillera ha identificado otras buenas prácticas que vale la pena aprender. Las más importantes son la regulación comunitaria y el respeto estricto del distanciamiento de túneles para la prevención de derrumbes. La extracción selectiva de minerales se lleva a cabo siguiendo las vetas y vetiformes muy de cerca. Esto significa que se cavan túneles angostos, para los cuales se extrae una mínima cantidad de tierra, y se requieren pocas vigas de madera. La utilización de desechos mineros para rellenar los túneles que han sido vaciados mantiene la tierra estable y disminuye la eliminación de residuos. Permitir que otros miembros de la comunidad vuelvan a procesar los desechos mineros en búsqueda de oro también ayuda a que puedan obtener algo de ganancia de la minería.

El libro Sabiduría indígena en funcionamiento señala un marcado contraste con las prácticas destructivas de las corporaciones mineras a gran escala: “Los pueblos indígenas que practicaban la minería del oro de forma colectiva desarrollaron conocimientos y habilidades para extraer el metal precioso del mineral. La tecnología que desarrollaron cuadraba perfectamente con la sabiduría y la orientación ancestral necesaria para respetar la tierra y la naturaleza. Por tanto, el proceso de minería de oro indígena es simple, práctico, de bajo impacto, y amigable para el ambiente. Utiliza la gravedad y el agua y no requiere del uso de químicos tóxicos como el mercurio”.

Sería bueno ser consciente de lo que Balitok, el espíritu guardián del oro, nos enseña a todos: frenar la codicia, compartir la riqueza, proteger la tierra y respetar la naturaleza.

Jill K. Cariño es indígena Ibaloi Igorot de Filipinas y Coordinadora del Grupo de Trabajo de Filipinas para los Derechos de los Pueblos Indígenas (TFIP).

Foto de portada: Producto de oro extraído y procesado a través de un proceso simple, meticuloso, de bajo impacto y respetuoso del medio ambiente. Foto: Ompong Tan / Partners for Indigenous Knowledge Philippines (PIKP).

 

 

 

 

 

Etiquetas: Clima, Debates Indígenas

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