El Mundo Indígena 2002-2003: Editorial

La lucha por los derechos a la tierra y sus recursos siguió siendo el punto de mayor interés y preocupación de los pueblos indígenas durante el transcurso del 2002 al 2003.

Se registraron algunas avances legales: la adopción de la Ley No. 445 sobre tierras indígenas comunales por el parlamento nicaragüense, y dos sentencias fundamentales sobre derechos indígenas: una de la Suprema Corte de India referente al traslado de colonos de las reservas tribales en las Islas Andaman y otra de la Alta Corte de Malasia Peninsular en favor de los derechos consuetudinarios y propietarios de los orang asli.

Sin embargo, desgraciadamente, el año 2002 también proporcionó ejemplos acerca de cómo una nueva legislación, decisiones de Altas Cortes y compromisos internacionales no siempre conllevan su implementación, o incluso sufren retrocesos. En Nicaragua, el gobierno no cumplió con los dictámenes de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en favor de la comunidad Awas Tingni; en Kerala (India) el gobierno no cumplió con el tan aclamado acuerdo de tierras suscrito en 2001 con organizaciones indígenas; y en Bolivia, el proceso de titulación de tierras fue detenido en algunos casos a causa de la obstrucción de ciertos traficantes de tierras y ganaderos.

Por lo tanto, en su conjunto, el tema de la tierra siguió siendo crítico. Los grupos más vulnerables, como es usual, fueron los cazadores-recolectores y los habitantes de los bosques. Los wanniyalaaeto (Sri Lanka), los adivasi (India), los san, los hadzabe y los ogiek (África), debieron enfrentar durante 2002 a que se les negara acceso a sus tierras ancestrales o a su expulsión de las mismas para dar lugar a la caza comercial, la conservación ambiental o los intereses de la industria maderera. Los pastoralistas fueron otro de los grupos expuestos que sufrieron dificultades similares en Etiopía, Kenia y Tanzania, donde el despojo de su tierra amenazó cada vez más su subsistencia. Incluso los pastoralistas saami criadores de renos del norte de Europa -generalmente considerados los pueblos indígenas más privilegiados del mundo-experimentaron un revés. En varias opor tunidades, los problemas relacionados con la tierra provocaron violencia, graves violaciones de derechos humanos e incluso masacres. 

Los temas sociales como la pobreza, el desempleo (generalmente como corolario del despojo y usurpación de tierras y recursos) y los altos índices de enfermedades debidos a la falta de servicios de salud adecuados, constituyeron otra problemática importante en 2002. Se considera que estas cuestiones socavan la trama social de las comunidades indígenas y amenazan su supervivencia cultural y física. Un ejemplo elocuente es el del Okrug Autónomo Evenk (Rusia), donde la población 

indígena se redujo casi a la mitad en el transcurso de los pasados 7 años. La expectativa de vida es inferior en 20 años a la de los rusos en general y, aunque la tuberculosis constituye una de las principales causas de muerte, muchas otras están relacionadas con el abuso del alcohol. Desgraciadamente, esto sucede también en muchas otras sociedades indígenas, pero como regla general no se lo reconoce abiertamente corno problema. Esto sucedía también en Alaska, aunque se sabía que los elevados índices de suicidios, accidentes y violencia doméstica estaban relacionados con el abuso del alcohol y de las drogas. Un nuevo enfoque del problema, basado en soluciones locales, ha cambiado esta situación y las comunidades se están uniendo, por primera vez, para enfrentar abiertamente los problemas vinculados al alcoholismo y la drogadicción.

Otro tema generalizado y recurrente en muchos de los artículos es la globalización y sus diferentes aspectos, que parecen afectar cada vez más a los pueblos indígenas de todo el mundo.

Uno de los ejemplos más notables, por supuesto, fue el impacto global de la "guerra contra el terrorismo" de George W. Bush y el conflicto de Irak. Desde Chile hasta India y el Pacífico, los gobiernos utilizaron enconadamente el pretexto de la lucha contra los grupos terroristas para oprimir a los individuos y a organizaciones indígenas que simplemente reivindicaban sus derechos. La escalada del conflicto de Irak desvió la atención de otros sucesos, posibilitando que ciertos gobiernos intensificaran su represión contra los grupos marginados de la población, sin provocar mayor interés internacional. Cabe destacarse la situación en el desierto de Negev (Israel), donde el gobierno israelí no sólo intensificó su política anti-beduina de demolición de viviendas sino que también introdujo una nueva estrategia de destrucción de cultivos mediante la fwnigación con elementos tóxicos. Otros ejemplos fueron la intervención militar del gobierno indonesio en Aceh y la creciente presencia militar en Clúapas (México).

Los pueblos indígenas también sufrieron el creciente impacto de los procesos de globalización económica, no sólo a causa de las actividades de las corporaciones multinacionales sino también, en igual medida, a través de la proliferación de los acuerdos de libre comercio y planes de desarrollo regional, como el Tratado Norteamericano de Libre Comercio (NAFTA), el Plan Puebla Panamá, y el próximo Acuerdo del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que han sido considerados como nuevas amenazas para los territorios indígenas y sus recursos naturales. En otras partes del mundo, como Camerún, Camboya y Namibia, los pueblos indígenas temen el impacto de las iniciativas de desarrollo transfronterizas -por ejemplo oleoductos y represas hidroeléctricas-que afectarían su subsistencia.

Sin embargo, la globalización es multifacética, y aunque para muchos pueblos indígenas se ha convertido en un concepto cargado de negatividad, también puede ser beneficioso para ellos.

En 2002-2003 hemos observado muchos ejemplos de esto. El Foro Permanente tuvo su primera reunión durante la cual su papel, potencialmente importante, se vio confirmado. También fue institucionalizado con el establecimiento de su secretariado permanente en Nueva. York. El Relator Especial de la ONU presentó a la Comisión de Derechos Humanos dos informes muy elogiados sobre sus misiones en Guatemala y Filipinas. Estas dos nuevas instituciones "globales" han promovido considerablemente el interés y responsabilidad del sistema de las Naciones Unidas con respecto a los pueblos indigenas.

En el ámbito regional, el proceso en curso de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos que persigue el reconocimiento de los pueblos indígenas de África y el papel activo que asumió la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) deberían ser también considerados como resultado de los esfuerzos internacionales por lograr una visión global de los temas indígenas. El Consejo Ártico constituye otro esfuerzo regional que tiene un fuerte enfoque y participación indígena. En el Pacífico, el Foro de las Islas del Pacífico ha surgido como una voz que aglutina a las Islas del Pacífico, y el año 2002 fue testigo de la consolidación de los pueblos del Pacífico como una comu nidad más fuerte, más cohesiva, capaz de enfrentar en bloque las diversas problemáticas. Entre éstas se encuentra nna legislación marco para proteger los derechos de propiedad intelectual en el Pacífico, y una estrategia conjunta para negociar con la Unión Europea.

Finalmente, esta publicación también documenta cómo la globalización ha posibilitado a los pueblos indígenas hacerse conocer en todo el mundo a través de la organización de reuniones internacionales, visitas de intercambio e incluso conferencias académicas; así como a través de la divulgación internacional de sus diversas expresiones culturales -películas, libros, música, artesanía.

No obstante, para beneficiarse plenamente de lo que en el informe de Paraguay se llama "este marco de una nueva conciencia jurídica universal que reconoce la participación [de los pueblos indígenas] en la conformación de un nuevo modelo de relaciones sociales, jurídicas y políticas, en un pie de igualdad con las sociedades que cohabitan junto a ellos, dentro de las fronteras de los estados nacionales", es necesario que las organizaciones indígenas estén convenientemente preparadas para jugar un rol importante y decisivo. Por lo tanto, es positivo destacar que el año 2002 fue testigo de varias iniciativas en América del Sur para promover la unidad entre las organizaciones indígenas. Tenemos la esperanza de que esta tendencia continúe en 2003-2004.

 

 

Diana Vinding

Editora coordinadora

 

 

Este artículo es parte de la 17ª edición de El Mundo Índigena. La publicación es un resumen de los principales acontecimientos que los pueblos indígenas han vivido. Descarga El Mundo Indígena 2002/2003 aquí

Etiquetas: Derechos Humanos, Informe de IWGIA

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