El Mundo Indígena 2005: Editorial

El Mundo Indígena 2005: Editorial

El año 2004 marcó el fin del primer Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo y, para muchos, ésto ha sido una ocasión para evaluar los avances que se han realizado desde 1995.

Ha habido logros importantes internacional y regionalmente. Entre ellos, la creación del Foro Permanente sobre Asuntos Indígenas de la ONU (2000), el nombramiento de un Relator Especial para los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales de los Pueblos Indígenas de la ONU (2001), el reconocimiento por parte de la Comisión Africana para los Derechos Humanos y de los Pueblos de los problemas que enfrentan los pueblos/comunidades indígenas en África (2003), y la creciente actividad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en temas que afectan a los pueblos indígenas de América Central y del Sur.

También ha habido un progreso sustancial en la promoción de las inquietudes indígenas dentro de varios programas de la ONU y, particularmente, dentro de los procesos sobre medio ambiente y desarrollo sustentable, donde se ha logrado incluir referencias al respeto y la protección de los derechos indígenas en algunos párrafos de los documentos finales de tanto la Cumbre Mundial sobre Desarrollo Sustentable (2002), como del Congreso Mundial de Parques (2003), y el COP7 (2004). Las mujeres indígenas también pueden mirar atrás hacia un Decenio que comenzó con la Declaración de Mujeres Indígenas de Beijing (1995) y en el cual tuvieron mayores posibilidades de reafirmar sus derechos e influir en los debates internacionales, como, por ejemplo, en la sesión del Foro Permanente de 2004.

Fue una gran desilusión, sin embargo, que haya concluido el mandato del Grupo de Trabajo sobre el Proyecto de Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas en diciembre de 2004 sin haber logrado lo que era un “objetivo importante” del Decenio: la adopción de una Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas. Por lo tanto, es fundamental para los pueblos indígenas que la Comisión de Derechos Humanos extienda el mandato del Grupo de Trabajo para que la Asamblea General de la ONU pueda adoptar lo antes posible una Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas fuerte y edificante. Esto es coherente con la Resolución sobre el Segundo Decenio Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo, adoptada por la Asamblea General en diciembre de 2004, que “exhorta a todas las partes involucradas en el proceso de negociación a hacer todo lo que puedan para realizar exitosamente el mandato del Grupo de Trabajo ... y a presentar lo antes posible un proyecto de declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas para su adopción”.

A medida que el concepto de “indígena” ha ido ganando cada vez más aceptación a nivel internacional, los pueblos indígenas se han vuelto más seguros de sí mismos y resonantes a nivel nacional. Las organizaciones indígenas, incluyendo las de mujeres indígenas, se han multiplicado y han cobrado fuerza, e incluso, a veces, influencia política.

Pero el panorama difiere de un país al otro, y de un continente al otro. Hay ejemplos de pueblos indígenas que han logrado el reconocimiento de facto de su derecho a la autodeterminación (Canadá). La gran mayoría de los países latinoamericanos (con la excepción notable de Chile) ahora reconoce constitucionalmente el carácter multiétnico de sus poblaciones, así como los derechos territoriales de los pueblos indígenas. De los 17 países que han ratificado la Convención No. 169 de la OIT, 13 son países latinoamericanos y caribeños. En Asia y África, por el contrario, muchos países aún se niegan a admitir la existencia de pueblos indígenas dentro de sus fronteras, y menos aún a reconocer sus derechos.

De este modo, a nivel global, el Decenio ha tenido un éxito atenuado. Como muestran los diversos informes en esta edición de El Mundo Indígena, aún queda mucho por hacer a nivel internacional, pero más aún a nivel nacional y local.

El nuevo Decenio coincidirá en gran medida con la implementación de la Declaración del Milenio adoptada en el año 2000 por 191 países que se comprometieron de esta manera a alcanzar los ocho principales objetivos de desarrollo del “milenio” (ODM). El 2015, cuando termine el Decenio, será el año en que se esperará que se hayan cumplido los objetivos en relación con la pobreza, educación, igualdad de género, mortalidad infantil, salud materna y VIH/SIDA, si no en un 100%, al menos en un grado muy significativo (un 50 o incluso 75%).

Los pueblos indígenas, sin embargo, han mostrado con razón su preocupación por el hecho de que ni la Declaración del Milenio ni los ODM mencionan a los pueblos indígenas, si bien éstos deberían ser un grupo objetivo obvio, ya que usualmente son los más expuestos a la pobreza, el analfabetismo, salud deficiente, etc., y ahora también han comenzado a sentir los efectos devastadores que el VIH/SIDA puede tener en grupos poblacionales relativamente pequeños (ver, p. ej., Camboya y la sección sobre el Pacífico).

Se están haciendo esfuerzos, sin embargo, para remediar esta situación. En la sesión venidera del Foro Permanente (mayo de 2005) se hará hincapié en dos de estos objetivos -la erradicación de la pobreza y el logro de una educación primaria universal- y la OIT (ver esta edición) y otras agencias importantes de la ONU que son parte del Grupo de Apoyo Inter-Agencial del Foro Permanente (IASG) han estado viendo cómo se podría incluir la preocupación por los pueblos indígenas en sus ODM. También se ha estado realizando un importante trabajo en relación con la definición de los indicadores relevantes para el monitoreo de los ODM desde un punto de vista indígena. Actualmente, este ángulo no existe. Para muchos de los pueblos indígenas que sobreviven en una economía de subsistencia, por ejemplo, el ODM de “reducir a la mitad la proporción de gente que vive con menos de un dólar por día” no tiene mucho sentido. Para ellos, la pobreza debería verse en términos de privación: ya sea la pérdida de tierra y de acceso a recursos naturales o la pérdida de la cultura, el conocimiento y los idiomas tradicionales.

Sin embargo, los pueblos indígenas y sus organizaciones tendrán que lidiar con un desafío central: básicamente, que los esfuerzos por alcanzar los ODM bien podrían ocurrir a expensas de las culturas y formas de vida de los pueblos indígenas. Esta edición de El Mundo Indígena abunda en ejemplos de “proyectos” realizados por los Estados para lograr “desarrollo” y asegurar el crecimiento económico nacional. Ya sean represas hidroeléctricas (China, Chile), minería (India), explotación forestal (Rusia) o programas de conservación de la naturaleza (Etiopía), estos proyectos tienen algo en común: desplazan a los pueblos indígenas de sus tierras ancestrales, los privan de sus recursos de subsistencia y ponen en peligro sus culturas. Sin embargo, estudiando los 48 indicadores actuales de los ODM, esta situación bien podría seguir prevaleciendo, ya que para cumplir con los ODM, los gobiernos tendrán que lograr un crecimiento económico sostenido y amplio; aumentar sus presupuestos de educación, salud y sanidad marcadamente; mejorar la proporción de áreas protegidas para mantener la diversidad biológica, etc. Es de temerse que muchos países intensificarán sus inversiones en infraestructura, concentrarán sus esfuerzos de salud y educación en áreas de acceso más fácil, y buscarán cumplir con los requisitos ambientales en las zonas habitadas por los pueblos indígenas.

La participación activa e informada de las organizaciones indígenas en el monitoreo de los esfuerzos de los Estados y las agencias internacionales para alcanzar los ODM será, por lo tanto, absolutamente crucial en los años venideros. En algunos países como Tanzania (ver esta edición) las organizaciones indígenas ya tienen cierta experiencia por haber participado en la preparación nacional de la Estrategia para la Reducción de la Pobreza (ERP). Debería fomentarse y desarrollarse una participación indígena similar en otros países, y asimismo debería extenderse para abarcar todo el proceso de los ODM. Esto proveería experiencias e información valiosa para las organizaciones indígenas, que luego podrían utilizar en el Foro Permanente y el IASG, permitiendo, de esta manera, que las agencias y mecanismos de la ONU pue-dan tomar acciones afirmativas cuando sea necesario.

 

 

Diana Vinding
Co-editora coordinadora

 

Este artículo es parte de la 19ª edición de El Mundo Índigena. La publicación es un resumen de los principales acontecimientos que los pueblos indígenas han vivido. Descarga El Mundo Indígena 2005 aquí

Etiquetas: Derechos Humanos, Informe de IWGIA

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