El Mundo Indígena 2023: Libia
Los amazigh conforman la población indígena de Libia y se calcula que ascienden a casi un millón, lo que equivale a más del 16 % de la población total del país.
Viven en varias zonas del país: al norte, al este y al sur; aunque sin continuidad geográfica. Al oeste de Trípoli, en la costa mediterránea, habitan en la ciudad de At-Wilul (Zwara) y en las montañas de Adrar Infussen (Nefoussa), en la frontera con Túnez.
En el sureste, en la frontera con Egipto, viven en los oasis de Awjla, Jalu y Jakhra. En el sur, la región de Fezzan ha sido tradicionalmente territorio Kel-Tamasheq (Tuareg), incluidas las zonas de Murzuq, Sabha, Ubari, Ghat y Ghadamès. Los kel-tamasheq de Libia están vinculados de manera natural con otras comunidades del mismo origen que viven en las fronteras con Níger y Argelia. Trípoli también alberga una importante comunidad amazigh.
Además de las comunidades árabes y amazigh, hay una minoría étnica conocida como los “tubu”, compuesta por unas 50.000 personas. Son oriundos de la meseta de Tibesti, en Chad, y viven a lo largo de la frontera entre Libia y Chad. Son nómades y practican el pastoreo en una zona que se extiende desde el norte de Níger hasta Sudán.
Durante la época de Gadafi (1969-2011), Libia fue declarado un país exclusivamente “árabe y musulmán”. La Proclamación Constitucional de 1969 declara en su primer artículo: “Libia es una república árabe (...), el pueblo libio forma parte de la nación árabe y su objetivo es alcanzar la plena unificación árabe. El nombre del país es República Árabe Libia”. El artículo 2 añade que “el islam es la religión del Estado y el árabe su lengua oficial”. Desde entonces, la política de gobierno ha sido perseguir implacablemente a todo aquel que no reconociera “la identidad árabe-islámica” de Libia.
Luego de la “revolución” de 2011, un “Consejo Constitucional Provisional” presentó en 2017 un proyecto de constitución que no modifica en absoluto las bases identitarias del país. El artículo 2 todavía contempla que “Libia forma parte de la nación árabe” y que “el árabe es la lengua del Estado”. El artículo 6 señala que “el islam es la religión oficial y la sharía la fuente de su ley”. A continuación, se encuentran otros artículos discriminatorios que prohíben a un libio no musulmán postularse a elecciones para la Cámara de Representantes (artículo 69), o a la presidencia de la República (artículo 101), y que establecen que la justicia se impartirá “en nombre de Alá” (artículo 189). Estos artículos tienen, sin duda, el propósito de imponer una república islámica, en detrimento de la diversidad de culturas y creencias que existen en Libia. Sin embargo, debido a la oposición de los amazigh y los tubu, y también a causa de la guerra, aún no se ha adoptado este proyecto de constitución.
Libia votó a favor de la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Statu quo en una frágil calma
Desde el desacuerdo surgido a partir del referéndum constitucional propuesto en septiembre de 2021 y la imposibilidad de cumplir con el plan de llamar a elecciones presidenciales y parlamentarias en diciembre de ese año, Libia continúa viviendo en medio de un caos político e institucional, con dos asambleas y dos gobiernos compitiendo por el poder. Por un lado, el “parlamento” con base en Tobruk, al este del país, que se considera legítimo porque surgió como resultado de las elecciones de 2014 y que designó como primer ministro a Fathi Bashagha el 10 de febrero de 2022. Por el otro, en Trípoli, Abdelhamid Debeiba es el primer ministro del llamado gobierno de unidad nacional, que se eligió el 21 de marzo de 2021 y que recibe el apoyo del Consejo Presidencial.
Cada uno de los gobiernos controla parte del territorio y tiene un “ejército” formado por milicias que nacieron luego de la caída del exdictador Muamar el Gadafi en 2011. El país está dividido en dos, y sus gobiernos se encuentran en guerra y cuentan con grupos armados leales. El 22 de julio de 2022, hubo una intensa lucha en Trípoli que dio como resultado la muerte de 16 personas, incluidos civiles, y alrededor de 50 heridos.[1] Poco más de un mes después, el 27 de agosto de 2022, un nuevo enfrentamiento armado entre milicias en Trípoli dejó un saldo de 32 personas muertas y 159 heridos. Según los medios de comunicación locales, los grupos que apoyan al gobierno de Bashagha intentaron ingresar a Trípoli por la fuerza, pero fueron expulsados por quienes están a favor de Debeiba.[2]
Las numerosas interferencias extranjeras en Libia juegan un papel decisivo a la hora de mantener la crisis en dicho país, principalmente, al proveer de armas a las partes del conflicto a pesar del embargo declarado por las Naciones Unidas.[3] Al menos 13 actores están directa o indirectamente involucrados en los sucesos de Libia: los países vecinos (Egipto, Argelia, Sudán y Chad), los países árabe-islámicos (Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar), los países europeos (Francia, Gran Bretaña e Italia), los Estados Unidos, Rusia y Turquía. De todos ellos, los más influyentes son los estados árabe-islámicos, Egipto, los países europeos, los Estados Unidos, Rusia y Turquía. Libia es importante por su geoestrategia, su extracción de petróleo, su religión, su seguridad y su patrón migratorio. Cada uno de estos países busca preservar sus propios intereses allí, en perjuicio de la población libia.
Al no contar con instituciones estatales legítimas y reconocidas, ni con una autoridad unificada, la población sufre angustia, no tiene protección, y sueña con el regreso de la paz y la estabilidad. Al finalizar su visita al país que se extendió desde el 14 al 21 de diciembre de 2022, [4] la Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Reem Alsalem, declaró: “Los motivos que sustentan esta terrible situación son el estancamiento político, la inseguridad, la inestabilidad, los desafíos contra la gobernabilidad y el estado de derecho, y los problemáticos marcos legales que no están alineados a las obligaciones de Libia en materia de derechos humanos”. Esto se caracteriza al constatar que existen “terribles niveles de tortura, violencia sexual, secuestros extorsivos, detenciones, tráfico de personas, trabajo forzado, y ejecuciones ilícitas”. Alsalem también denunció la “proliferación de grupos armados que, mediante el uso de armas, llevan a cabo operaciones delictivas transfronterizas complejas, [que] han fortalecido la descontrolada impunidad que reina con los crímenes cometidos”.
La Misión independiente de determinación de los hechos de las Naciones Unidas en Libia llevó a cabo su quinta misión del el 20 de octubre al 21 de noviembre de 2022.[5] Los investigadores de las Naciones Unidas se reunieron con varias partes interesadas pero no obtuvieron permiso para visitar a los prisioneros ni la ciudad sureña de Sebha, la cual está habitada, principalmente, por la comunidad indígena amazigh Kel-Tamacheq.
Los siempre olvidados pueblos indígenas de Libia
Mientras los grupos armados luchan por el control de los territorios y los recursos, las comunidades indígenas más débiles son abandonadas y continúan sufriendo una gran discriminación. Este fue el caso de entre 15.000 – 20.000 familias, o cerca de 80.000 miembros del pueblo Kel-Tamacheq del sur del país, a quienes todavía se les niega la nacionalidad libia y los documentos de identidad. Como consecuencia, no tienen acceso a la educación, a la capacitación y al servicio de salud estatales. Tampoco pueden ser empleados de manera legal. Los reclamos realizados regularmente al gobierno libio desde el año 2011 no han resultado exitosos.
A pesar de encontrarse en el territorio de Fezzan (en la región sur y sudoeste de Libia) que es rico en recursos minerales como el gas y el petróleo, los kel-tamacheq son el pueblo más pobre del país porque no tienen control sobre estas materias primas.
La comunidad Kel-Tamacheq también enfrenta los desafíos que trae el cierre de la frontera con Argelia por motivos de seguridad. Este pueblo vive a ambos lados de la frontera y tradicionalmente van de un lado a otro para intercambiar bienes, lo cual fue abruptamente interrumpido. Las consecuencias llegan a ser dramáticas cuando no pueden visitar a sus seres queridos u obtener alimentos o medicamentos de uno u otro lado de la frontera.
Los representantes del Alto Consejo Amazigh de Libia (HCAL, por sus siglas en inglés) y los alcaldes de los municipios amazigh de Yefren, Kabaw y Qalaa tuvieron la oportunidad de explicar los desafíos que enfrentan dentro del país a Stephanie Williams, la representante especial del secretario General de las Naciones Unidas para Libia, durante una reunión que se llevó a cabo el 1.° de marzo de 2022 en Trípoli.[6] Los alcaldes y los representantes del HCAL mencionaron la marginalización de su comunidad en el proceso político y en las instituciones públicas, las detenciones extrajudiciales a las que los amazigh son sometidos y que son llevadas a cabo por los grupos armados, y demandaron el respeto de su derecho a participar en el proyecto constitucional e institucional del país.
De hecho, las comunidades no árabes de Libia y, en particular, los amazigh, han expresado durante años su deseo de ser parte de un estado federal en donde sus territorios gozaran de la autonomía necesaria para preservar sus características particulares. No se ha dado respuesta alguna hasta el momento, pero el gobierno de Trípoli ha tenido numerosos gestos simbólicos hacia los amazigh.[7] Sin embargo, con la situación actual, es muy probable que la motivación sea mantenerlos de su lado y no escuchar realmente sus reclamos.
Conservación y áreas protegidas
Libia es un país que está compuesto en más de un 90 % por territorio desértico, y la gran mayoría de la población se concentra en una delgada franja a lo largo de la costa mediterránea. Tiene un área total de 1,76 millones km² y cuenta con siete parques nacionales. Uno de ellos, el Ashafean en el Adrar Nefussa, fue clasificado como reserva de la biosfera (programa MAB) por la Unesco en 2021.[8] El país también cuenta con cinco áreas marinas protegidas y dos humedales.
Bajo la dictadura del régimen anterior y, de hecho, en el actual contexto de guerra civil que se ha extendido desde 2011, el tema de la biodiversidad y de la protección de la naturaleza no resulta ser una preocupación para muchos libios. Las autoridades se encuentran demasiado ocupadas librando sus batallas políticas y militares, y las personas están preocupadas por su propia supervivencia.
Sin embargo, gracias al ímpetu y el apoyo de colaboradores extranjeros, como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP/MAP, por sus siglas en inglés), el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF, por sus siglas en inglés), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), el gobierno de Trípoli ha decidido lanzar un “proyecto para crear 30 nuevas áreas protegidas que incluyan humedales, sitios marinos y costeros, y reservas de la biosfera”.[9]
Si se continúa como hasta ahora, todas las especies animales y vegetales se encuentran bajo una grave amenaza en Libia debido a la falta de políticas públicas que protejan la biodiversidad y la naturaleza, y que eviten el calentamiento global, la deforestación, la caza furtiva, y la guerra civil. Khaled Ettaieb, profesor de zoología de la Universidad de Trípoli, explica el grado de desastre: “Antes de la caída de Gadafi, hasta los rifles de caza estaban prohibidos. Desde 2011, no obstante, la caza se lleva a cabo con armas de guerra y vehículos sofisticados”.[10]
Belkacem Lounes es doctor en Economía, profesor de la Universidad de Grenoble, miembro experto del Grupo de Trabajo sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos y autor de numerosos informes y artículos sobre derechos de los amazigh.
Este artículo es parte de la 37a edición de El Mundo Indígena, un resumen anual producido por IWGIA que sirve para documentar e informar sobre los desarrollos que han experimentado los pueblos indígenas. Encuentra El Mundo Indígena 2023 completo aquí.
Notas y referencias
[1] “En Libye, calme ‘fragile’, les Nations unies craignent de nouvelles violences”. Le Monde y AFP, 31 de agosto de 2022. Disponible en https://www.lemonde.fr/afrique/article/2022/08/31/en-libye-calme-fragile-les-nations-unies-craignent-de-nouvelles-violences_6139603_3212.html
[2] “Libye: des affrontements meurtriers secouent Tripoli, faisant craindre une nouvelle guerre”. Middle East Eye, 28 de Agosto de 2022. Disponible en https://www.middleeasteye.net/fr/actu-et-enquetes/libye-tripoli-affrontements-guerre-haftar-dbeibah-bachagha
[3] Mast, Fleur. “Les ingérences étrangères en Libye.” Centro de Estudios y de Investigación sobre el Mundo Árabe y Mediterráneo (CERMAM, por sus siglas en inglés), 13 de abril de 2022. Disponible en https://cermam.org/fr/les-ingerences-etrangeres-en-libye/
[4] La Relatora Especial de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer realizó una visita oficial a Libia del 14 al 21 de diciembre de 2022. Resumen de las observaciones y recomendaciones preliminares. “Libya: Alarming levels against women and girls must end.”. OHCHR, 23 de diciembre de 2022. Disponible en https://www.ohchr.org/en/press-releases/2022/12/libya-alarming-levels-violence-against-women-and-girls-must-end-says-un
[5] Naciones Unidas, Derechos Humanos, Oficina del Alto Comisionado. “UN Fact-Finding mission Libya concludes fifth investigative mission”. Naciones Unidas, Derechos Humanos, Oficina del Alto Comisionado, 30 de noviembre de 2022, Disponible en https://www.ohchr.org/en/press-releases/2022/11/un-fact-finding-mission-libya-concludes-fifth-investigative-mission
[6] “Stephanie Williams meets with Amazighs stressing of compromise and inclusiveness in country's current complex political environment”. Lana Agency, 2 de marzo de 2022, consultado el 15 de enero de 2023. Disponible en https://lana.gov.ly/post.php?lang=en&id=235370
[7] “Head of GNU Government participates in the Amazigh new year celebrations in Nalut”. Lana Agency, 13 de enero de 2022, consultado el 15 de enero de 2023. Disponible en https://lana.gov.ly/post.php?lang=en&id=230160
[8] “La Libye rejoint pour la 1ère fois le réseau mondial de Biosphères de l’Unesco avec la Réserve de biosphère d’Ashafean”. Unesco News, 17 de septiembre de 2021. Disponible en https://www.unesco.org/fr/articles/la-libye-rejoint-pour-la-1ere-fois-le-reseau-mondial-de-biospheres-de-lunesco-avec-la-reserve-de
[9] Takouleu, Jean Marie. “LIBYE: WWF et l´UICN appuient la designation de 30 aires matines protégées”. Afrik 21, 28 de febrero de 2022. Disponible en https://www.afrik21.africa/libye-wwf-et-luicn-appuient-la-designation-de-30-aires-marines-protegees/
[10] Chibani, Ali. “Le Maghreb prend conscience du déclin de sa biodiversité”. Orient XXI, 4 de agosto de 2020. Disponible en https://orientxxi.info/magazine/le-maghreb-prend-conscience-du-declin-de-sa-biodiversite
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