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La lucha por la autodeterminación de los Pueblos Indígenas en Asia: una alternativa democrática frente al autoritarismo

GAM A. SHIMRAY PARA DEBATES INDÍGENAS

Los Pueblos Indígenas de Asia se han movilizado por el autogobierno en medio de crisis políticas, movimientos democráticos y autoritarismo. Aunque tienen culturas e instituciones diversas, comparten la lucha por sus derechos, la resistencia a la violencia estatal y al desarrollo no sostenible. Apoyar su autodeterminación es fortalecer una democracia viva, basada en el consenso y enraizada en sus territorios.

El movimiento por los derechos indígenas de Asia demanda una serie de reformas políticas, especialmente en Estados bajo regímenes autoritarios como Myanmar, Bangladesh, Nepal, Laos, Camboya, China y Vietnam. Mientras que países como Tailandia se presentan como democracias, pero no lo son en la práctica, otros como India y Filipinas muestran una creciente tendencia hacia el autoritarismo. De este modo, al desafiar el poder estatal arraigado, los Pueblos Indígenas se alinean con una lucha más amplia por la democracia y la justicia en Asia.

Los Pueblos Indígenas aspiran a ejercer su autogobierno y contar con una soberanía plena sobre sus tierras, territorios y recursos. Sin embargo, esta visión no puede realizarse de forma aislada. El panorama político de Asia (marcado por la represión militar, democracias frágiles y formas rígidas de gobierno centralizado) representa un obstáculo significativo para el autogobierno. Desde la junta militar de Myanmar hasta el estricto control de las comunidades indígenas en Laos, estos desafíos reflejan un patrón generalizado de dominio estatal y represión que ha fracasado en la construcción de instituciones democráticas.

Restaurar el autogobierno

A nivel global, los Pueblos Indígenas han sido colonizados en todas partes. En algunas ocasiones fueron obligados a vivir en países creados y gobernados por descendientes de colonizadores. En otras ocasiones, como ocurre en Asia, fueron obligados a vivir en Estados formados tras la retirada colonial y, hasta hoy, son gobernados por élites de grupos étnicos nativos dominantes. Por ambos caminos, fueron sometidos a diversas formas de colonialismo interno: la discriminación, el despojo y la marginación, que culminaron en la pérdida del autogobierno.

Un patrón común es que muchas comunidades indígenas han sido reubicadas por la fuerza: sus tierras han sido expropiadas, sus bosques arrasados, sus montañas explotadas por la minería y sus valles sufrieron la construcción de represas y fueron inundados. Actualmente, a sus niñas y niños se les obliga a asistir a escuelas donde no se habla su lengua ni se enseñan sus conocimientos y valores. Además, son gobernados por autoridades sobre las que pueden ejercer poca participación o influencia.

Por ello, la descolonización (incluida la descolonización mental) es un paso necesario para abrir espacio a la recuperación de las visiones tradicionales, los sistemas de valores, las cosmovisiones y las prácticas que sustentan el autogobierno indígena. Este proceso les permitirá a los Pueblos Indígenas reconstruir, recuperar y restaurar un orden social y político basado en el consenso y las instituciones libres.

La búsqueda del autogobierno en Asia requiere avanzar con los procesos democráticos. Los Estados deben replantear sus arquitecturas institucionales para reconocer, garantizar y proteger el derecho de los Pueblos Indígenas al autogobierno. Este derecho es central en sus luchas, ya que les permite desarrollarse individual y colectivamente de manera autodeterminada. Así, la visión y la misión de los Pueblos Indígenas siempre han estado profundamente arraigadas en el autogobierno.

Descolonización y democratización

En Asia, el movimiento indígena se basa fundamentalmente en la descolonización: cuestionar los sistemas históricos y actuales que suprimen el autogobierno y la autonomía de los Pueblos Indígenas. El autogobierno indígena es un derecho cultural que amplía el espacio democrático en contextos autoritarios. Históricamente, las estructuras de gobernanza indígena funcionaron como sistemas democráticos: toma de decisiones colectiva, liderazgo participativo y resolución de conflictos basada en el consenso. Sin embargo, los Estados coloniales y poscoloniales han socavado estas estructuras y las sustituyeron por gobiernos centrados en el control estatal.

En el noreste de India, el Sexto Anexo de la Constitución otorga una autonomía limitada a los Consejos de Distrito, pero la intromisión del Estado debilita su autoridad. Buscar el reconocimiento estatal de los sistemas de gobernanza indígena conlleva riesgos, ya que los gobiernos suelen intentar cooptar las instituciones indígenas integrándolas en sus estructuras y diluyendo así su autonomía. En consecuencia, los movimientos indígenas se enfocan en organizar a sus comunidades para recuperar el autogobierno como una forma de resistencia ante las estructuras represivas, al mismo tiempo que sus modelos de gobernanza reflejan sus cosmovisiones y prioridades.

Además, los sistemas educativos estatales y la historia oficial borran las identidades, lenguas y memorias indígenas. En países como Tailandia y Camboya, los idiomas ancestrales y sus relatos históricos son frecuentemente excluidos de los planes de estudio escolares, lo que refuerza la hegemonía de la cultura nacional. Como respuesta, los movimientos indígenas documentan la memoria oral, promueven la educación en lenguas indígenas y crean redes de intercambio de conocimientos liderados por ellos mismos. La educación es un terreno clave en la lucha por la supervivencia cultural: académicos y activistas indígenas lideran iniciativas para descolonizar los contenidos curriculares, integrar epistemologías indígenas y empoderar a las nuevas generaciones con conocimientos sobre su herencia y sus tradiciones de gobernanza.

Asimismo, muchos gobiernos presentan el autogobierno indígena como una amenaza separatista, como ocurre en Myanmar, Indonesia, India y Filipinas. Por eso, los movimientos indígenas desafían estas narrativas recurriendo a mecanismos de la Organización de Naciones Unidas para visibilizar que su forma de gobierno es un derecho democrático, y no una rebelión contra el Estado. La criminalización del activismo indígena, especialmente a través de leyes antiterroristas y respuestas militarizadas, refleja un patrón más amplio de represión estatal que se orienta a mantener el control centralizado. No obstante, las comunidades indígenas siguen resistiendo mediante la incidencia política, litigios legales y campañas de solidaridad.

Fortalecimiento de la representación política

Los Pueblos Indígenas son marginados políticamente en Asia y enfrentan barreras sistémicas que limitan su participación. En consecuencia, los movimientos indígenas abordan esta desigualdad a través de la incidencia política, el desarrollo de liderazgos y la construcción de redes. Por esta razón, la participación en espacios internacionales de incidencia es clave para fortalecer el autogobierno indígena. Mecanismos como la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP) y el Convenio 169 de la OIT ofrecen marcos para exigir el reconocimiento estatal de la soberanía indígena. 

En muchos países, las y los candidatos indígenas han tenido históricamente dificultades para acceder a escaños legislativos o parlamentarios debido a las desventajas estructurales de los sistemas electorales. En países como Indonesia, Malasia, Filipinas, Tailandia, India y Nepal, diversas organizaciones indígenas colaboran con organismos de derechos humanos para impulsar reformas electorales que garanticen una representación justa. Además, organizaciones regionales como el Pacto de los Pueblos Indígenas de Asia (AIPP), mediante plataformas como la Comisión Intergubernamental de Derechos Humanos de la ASEAN (AICHR), visibilizan la exclusión política y exigen transformaciones estructurales.

También se adoptan métodos alternativos. En la India continental, se promueven modelos de autogobierno local como alternativas al poder estatal excesivamente centralizado. En Myanmar, los Pueblos Indígenas han abogado durante mucho tiempo por el federalismo como vía para resolver los conflictos étnicos y la dominación militar. Las organizaciones indígenas apoyan estos esfuerzos facilitando diálogos entre líderes indígenas, expertos jurídicos y responsables de políticas públicas, con el fin de diseñar estructuras de gobernanza que reconozcan la soberanía indígena sin comprometer la cohesión nacional.

En Nepal, los movimientos indígenas recurrieron al Convenio 169 de la OIT para impulsar el reconocimiento constitucional de sus derechos. De forma similar, en Malasia, grupos indígenas utilizaron la incidencia internacional para cuestionar políticas de despojo territorial. Un ejemplo destacado es la Ley de los Derechos de los Pueblos Indígenas (IPRA) de Filipinas, que, pese a sus limitaciones, ofrece una base legal para que los Pueblos Indígenas ejerzan control sobre sus territorios ancestrales. Estos casos muestran cómo los movimientos indígenas interactúan estratégicamente con instituciones internacionales para fortalecer sus reivindicaciones.

Defensa de la soberanía territorial

El despojo territorial no es sólo un problema indígena: es una herramienta de control autoritario utilizada para consolidar el poder estatal, marginar la disidencia e imponer modelos de desarrollo extractivistas. Los Pueblos Indígenas de toda Asia enfrentan el despojo masivo de sus tierras a través de la minería, el monocultivo, los proyectos hidroeléctricos, las políticas de conservación y la expansión militar. Estas invasiones vulneran sus derechos sobre la tierra y el territorio, al mismo tiempo que también debilitan sus sistemas tradicionales de gobernanza, su tejido social y sus relaciones espirituales con la tierra.

La negativa del Estado a reconocer la tenencia y gobernanza indígena genera una espiral de violencia que se vuelve sistémica. Por ejemplo, en Camboya y Laos, las comunidades indígenas suelen ser desplazadas en nombre de concesiones económicas de tierras y Zonas Económicas Especiales. En Malasia e Indonesia, se talan bosques ancestrales para establecer plantaciones de palma aceitera, ignorando la propiedad consuetudinaria. La conservación militarizada, es decir, la creación de áreas protegidas sin el consentimiento indígena, es otra estrategia empleada para socavar la soberanía territorial, especialmente en países como Nepal e India.

Los movimientos indígenas resisten las invasiones a sus territorios reivindicando la tenencia consuetudinaria, realizando mapeos comunitarios, presentando demandas legales y fortaleciendo sus sistemas tradicionales de gobernanza que garantizan el cuidado colectivo de la tierra. A través de estas estrategias, desafían los discursos estatales que describen sus territorios como “vacíos” o “infrautilizados”, y destacan cómo la gestión indígena ha sostenido la biodiversidad durante generaciones.

Por su parte, las redes de solidaridad regional respaldan los esfuerzos comunitarios de defensa territorial. Estas acciones incluyen campañas contra el desarrollo militarizado, el intercambio de estrategias legales y visitas a las comunidades amenazadas. Este enfoque colaborativo ayuda a fortalecer la resiliencia y a cambiar la mirada del “uso de la tierra” hacia la “gobernanza territorial”, donde los Pueblos Indígenas son reconocidos como legítimos guardianes de sus territorios.

Un futuro democrático arraigado en la autodeterminación indígena

Las comunidades indígenas autónomas fueron las primeras entidades autogobernadas antes de la formación de los Estados nación. Estas comunidades practicaban formas de autogobierno desarrolladas de manera orgánica y negociadas dentro de estructuras sólidas de organización comunitaria o aldeana. En estos sistemas de gobernanza consuetudinaria, la autoridad principal residía en la propia comunidad, incluyendo la propiedad y el control de sus tierras, territorios y recursos tradicionales. El objetivo principal del gobierno era garantizar el bienestar de los seres humanos y no humanos dentro de sus territorios.

En la actualidad, la autodeterminación indígena no es una amenaza para la soberanía estatal, sino una oportunidad para democratizarla. Al reconocer el derecho de los Pueblos Indígenas a autogobernarse y a cuidar sus territorios de acuerdo con sus valores, los Estados pueden superar los legados coloniales y el control autoritario. Los modelos indígenas de gobernanza ofrecen alternativas democráticas basadas en el consentimiento, la rendición de cuentas, el cuidado de los bienes comunes y la responsabilidad intergeneracional.

En un continente marcado por el retroceso democrático y la represión política, los Pueblos Indígenas de Asia están en la primera línea de una lucha por la justicia, la inclusión y la gobernanza participativa. Sus movimientos no son aislados: forman parte de una resistencia regional contra el autoritarismo, el desarrollo no sostenible y la invisibilización. Apoyar la autodeterminación indígena es apoyar la democracia misma, no sólo como un sistema electoral, sino como una práctica viva de toma de decisiones por consenso, pertenencia y cuidado, enraizada en la tierra y el territorio.

Parte de la opinión expresada en este artículo está tomada del Plan Estratégico 2025-2028 de AIPP, el cual se encuentra en proceso de elaboración por Christian Erni, Colin Nicolas, Gam A. Shimray y Ke Jung.

Gam A. Shimray es Secretario General del Pacto de los Pueblos Indígenas de Asia (AIPP).

Foto de portada: Signe Leth

Etiquetas: Debates Indígenas

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