Perú: Crónica De La Pandemia En El Territorio Achuar

POR RENATO PITA

1º de julio de 2020; Lea el original en Debates Indigenas: https://debatesindigenas.org/notas/53-cronica-pandemia-territorio-achuar.html

El Covid-19 llegó a los pueblos indígenas amazónicos. Al histórico desinterés del Estado peruano, su negligencia y sus limitaciones, se suman la escasez de pruebas, la falta de médicos y la ausencia de un registro epidemiológico. Lejos de pensar una nueva normalidad, las comunidades achuar ven repetirse la misma historia y la continuidad de las viejas estructuras de un Estado colonial y racista cuya prioridad es defender los intereses del gran capital.

“¿Por qué nos quieren matar tanto?”. Las palabras de Emerson Mucushua Pizango, la máxima autoridad de la comunidad Pucacuro del pueblo achuar del río Corrientes, mezclan pregunta y reclamo, rabia e indignación históricas. Desde finales de abril, su pueblo afronta una cadena de contagios del SARS-CoV-2 que se ha extendido a casi 40 comunidades achuares, y algunas urarinas, que se asientan en más de 448 kilómetros de río en la Amazonía peruana.

Las primeras alarmas se activaron tras el recorrido fluvial de una comitiva del Municipio de Trompeteros, cuya misión era dar alimentos a las comunidades del distrito. Como no respetaron los protocolos de sanidad ni aplicaron medidas estrictas de prevención, no pudieron concluir su viaje pues parte de la tripulación presentó síntomas de Covid-19 a mitad del trayecto. Para ese momento la embarcación ya había visitado casi 20 comunidades achuares y urarinas. Pucacuro fue la última. Para el 30 de abril se confirmaron los primeros casos positivos en el Corrientes.

A finales de junio, los registros oficiales del Gobierno Regional de Loreto indicaban que en Trompeteros existían 870 casos positivos de indígenas achuares, 179 urarinas y 142 kichwas. Sin embargo, el subregistro por la escasez de pruebas y la poca disposición a hacer un registro epidemiológico serio en comunidades indígenas hace que las cifras oficiales se reduzcan a pequeñas sumas por debajo de su verdadera dimensión. En efecto, las autoridades comunales y el personal de salud de Pucacuro han registrado más del 80% de la población con sintomatología de Covid-19. Sin embargo, esas son solo cifras. El aumento de los contagios y la creciente incertidumbre han convivido con un Estado que oscila entre la negligencia, sus limitaciones, la falta de reacción y la indiferencia.

“El aumento de los contagios y la creciente incertidumbre han convivido con un Estado que oscila entre la negligencia, sus limitaciones, la falta de reacción y la indiferencia.”

“Todos están asustados con esta pandemia. No vamos a morir. Hemos superado más cosas y somos capaces de vencer la enfermedad. Sin embargo, no me siento seguro, no tenemos medicamentos ni personal de salud”, explica Emerson Mucushua su preocupación al mismo tiempo que se ha visto obligado a animar a su gente.

Pese a las reiteradas cartas desde las organizaciones indígenas solicitando ayuda urgente, las apariciones en medios y las numerosas llamadas, la respuesta y la atención nunca han llegado. La mañana del sábado 13 de junio, en medio de la angustia por la evacuación de un amigo que presentaba problemas respiratorios (“se está muriendo”), Emerson recibió la llamada telefónica de Julio Mendigure, el jefe de la Dirección de Pueblos Indígenas y Originarios del Ministerio de Salud. El funcionario le aseguró al jefe comunal que en cuatro días se iba a instalar una base de operaciones en la comunidad, con médicos, medicinas y pruebas rápidas, que estaría diez días en Pucacuro. Pasaron los días, y la promesa no se cumplió. Más bien, cuatro días después, su amigo falleció en un hospital de la capital de Loreto.

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Respuestas deficientes a las exigencias de los indígenas amazónicos

Desde hace meses, los reclamos de las comunidades radican en fortalecer la atención de la salud dentro de su territorio para así enfrentar los primeros síntomas del coronavirus a través de un tratamiento básico y así evitar evacuaciones a centro urbanos donde se les expone a más carga viral y los entornos son más agresivos en términos culturales y de atención médica.

“El Estado sabe lo que necesitamos y no quiere voltear la cara, tiene que atendernos bien. Exigimos medicinas para establecimientos de salud y botiquines en comunidades, médicos para comunidades, tratamiento permanente y seguimiento de casos y alimentos para la población, apoyo para sobrevivir la pandemia; y que se coordine cualquier intervención con nuestra Federación Comunidades Nativas de la Cuenca del Corrientes (FECONACOR)”, señala un pronunciamiento de las comunidades.

La deficiente atención de la salud pública en territorios indígenas, es solo un reflejo de los problemas estructurales de fondo. En Perú se decretó el Estado de Emergencia Sanitaria el 11 de marzo y recién el 22 de mayo El Ministerio de Salud aprobó un plan de atención a pueblos indígenas. Sin embargo, en ese momento no se aprobó el presupuesto. Finalmente, el 23 de junio se transfirieron los recursos que sostienen dicho plan, luego de efectuarse una reunión entre el presidente de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (AIDESEP), Lizardo Cauper, y el Presidente de la República, Martín Vizcarra.

De este modo, durante 105 días el Estado peruano no otorgó fondos para enfrentar de forma estratégica la pandemia en la Amazonía. Mientras, en la cuenca del río Corrientes, hasta el momento no hay acciones concretas para mitigar los estragos que ha causado la enfermedad. Aunque hubo una reacción concreta del Estado en territorio achuar (especialmente luego de que el caso apareciera en un canal de televisión nacional): una brigada médica, anunciada en acto político oficial por la Viceministra de Salud Pública, insuficiente y pésimamente organizada.

El petróleo y el daño a la salud

El caso de Pucacuro y otras comunidades achuares del distrito nos ofrece una fotografía penosa de la marginación a la que se relega a los pueblos indígenas en Perú. Ilustra, con precisión, las malas prácticas del sector público. Condiciones históricas del distrito hacen más flagrante el abandono: desde fines de la década de 1970 en sus territorios se asienta el denominado Lote 8, un área petrolera muy codiciada por las multinacionales.

Son casi 50 años de extracción de petróleo en territorio achuar del Corrientes que no han beneficiado ni la vida de las propias comunidades ni la implementación de servicios básicos de calidad. Al contrario, sobre ellas se cierne una herencia de contaminación petrolera y metales pesados que afecta terriblemente a la población: el 33% de niños y niñas menores de 12 años presentan plomo en sangre y el 45% está contaminado con arsénico. Además, ocurren frecuentes derrames de petróleo: solo en febrero de 2020, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental informó que en el Lote 8 han ocurrido tres derrames de la empresa Pluspetrol Norte.

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Ni emergencia ni nueva normalidad: la misma historia

En el territorio achuar, como en otras territorios indígenas, ni la Emergencia Sanitaria, ni el Estado de Emergencia, ni la pandemia modificaron el comportamiento histórico del Estado frente a los pueblos indígenas. Un comportamiento marcado por la exclusión, la negligencia y el ninguneo. En este escenario de pandemia, se ratificaron las viejas estructuras de un Estado colonial y racista dedicado a salvaguardar los intereses de los grandes capitales.

Mientras se pasaban días de angustia en territorio achuar, la ciudadanía de Loreto y todo Perú se enteraba de noticias desagradables: los subsidios dados por el Estado peruano a las grandes empresas superan los 17.745 millones de soles, mientras que al 20 de junio el Gobierno Regional de Loreto solo había utilizado el 29% de su presupuesto para Covid-19. Además no llegaban a las comunidades los bonos de apoyo económico a la población indígena y rural y, si llegaban, la entrega de bonos se volvía un foco de contagio de Covid-19 (como ocurrió en el territorio quechua del Pastaza o Loreto). Quizá solo falte mencionar a la burocracia y la corrupción.

“En este escenario de pandemia, se ratificaron las viejas estructuras de un Estado colonial y racista dedicado a salvaguardar los intereses de los grandes capitales.”

En resumen, la misma historia. Por eso las comunidades achuares del Lote 8 anunciaron el 24 de junio que le otorgarían al Estado un plazo de 30 días para que atienda de inmediato sus problemas fundamentales: medicamentos e infraestructura en salud; acceso al agua potable y saneamiento; internet, bibliotecas bilingües y mejoras edilicias en educación; remediación ambiental frente a la contaminación petrolera del Lote 8 y consulta previa frente a la recién anunciada licitación. Vistos las hechos, la muy mentada nueva normalidad parece que será un privilegio de pocos. La lucha continúa.

Cronología de la pandemia en territorio achuar

Mediante la siguiente cronología, podemos ver algunos hitos de este proceso:

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Renato Pita es coordinador y comunicador de la Plataforma de Organizaciones Indígenas Amazónicas PUINAMUDT. Estudió Artes en la Escuela Nacional de Bellas Artes del Perú, y es Bachiller en Artes Plásticas por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM). También ha realizado una Maestría en Comunicación Social en la UNMSM

Etiquetas: Derechos Humanos

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