La Amazonia frente a la epidemia de la desigualdad

Por Kathia Carrillo – Debates Indígenas - 1 abril 2020

Muchas comunidades han tomado la decisión de aislar sus territorios, ya que son particularmente vulnerables y con acceso precario a servicios de salud, pero además se requieren acciones articuladas que aborden esta crisis de manera pertinente para las realidades indígenas.

“Es la segunda vez que experimento en mi vida una cuarentena. La primera vez fue cuando tenía 7 años de edad con alerta de sarampión. Mis padres me llevaron bosque adentro, un bonito lugar, acampamos a la orilla del río, con unos familiares que le habían seguido a mi padre, realmente era impresionante ver cómo traían comida en el campamento, no faltaba pescado y carne del monte.”

Así recuerda Gil Inoach, indígena awajún de Perú y abogado de profesión, cuando una epidemia de sarampión se desató en los años 80s y registró más de 19 mil casos a nivel nacional. Dadas las condiciones precarias o nulas de acceso a la salud occidental, la estrategia que tomó su familia y comunidad fue el aislamiento.

Hoy, una nueva crisis sanitaria amenaza a toda la humanidad, y las organizaciones indígenas amazónicas, así como expertos y expertas, coinciden en que los pueblos indígenas son particularmente vulnerables a la pandemia de la COVID-19. Muchos han determinado aislarse, pero se requieren acciones articuladas que aborden esta crisis de manera pertinente para las realidades indígenas.

Se sabe que la COVID-19 puede ser mortal para adultos mayores y personas con enfermedades o condiciones preexistentes, como problemas cardiovasculares, pulmonares, diabetes, entre otras. Según la Organización de las Naciones Unidas, “en todo el mundo más del 50% de los adultos indígenas de más de 35 años de edad padece diabetes tipo 2”. Y aunque los datos no son específicos por región y la gran mayoría de estudios académicos sobre diabetes recoge la data de los pueblos indígenas de Australia, Canadá y Estados Unidos; países como Ecuador señalan, en sus Informes Voluntarios sobre el Cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, que la tasa de mortalidad por diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer en la población rural se incrementó entre 2014 y 2017.

   "El precario acceso a servicios de salud es un denominador en común de los pueblos amazónicos, y es la principal preocupación frente a la pandemia de la COVID-19."

Por otra parte, el dengue, la tuberculosis y la malaria también son enfermedades que constituyen un problema de salud pública para los países amazónicos. Según un estudio publicado en el Malaria Journal, pese a que se ha documentado un decrecimiento y mejor control de casos de malaria en los últimos 10 años, aún es considerada una enfermedad endémica de la Amazonía de Brasil, Colombia, Perú y Venezuela. En este último país, se ha reportado un incremento estrepitoso de casos a raíz de su crisis política.

La tuberculosis también es una enfermedad que hasta hoy continúa cobrando muchas vidas en la región, en especial de grupos vulnerables como los pueblos indígenas en contacto inicial o reciente. En 2019, se reportó la muerte de Chagabi Etacore, líder y defensor ambiental ayoreo- totobiegosode del Chaco paraguayo, a raíz de una epidemia de tuberculosis que lo hizo vulnerable a otras enfermedades pulmonares. Para los ayoreo-totobiegosode, la muerte de Chagabi se debió a la negligencia del Estado, ya que, además de haber permitido su desplazamiento y contacto forzosos por intereses ganaderos, no les proveyó (ni provee aún) de servicios médicos para su falta de inmunidad ante enfermedades occidentales.

El precario acceso a servicios de salud es un denominador en común de los pueblos amazónicos, y es la principal preocupación frente a la pandemia de la COVID-19. En el caso de Perú, un informe preliminar de un estudio sobre el acceso de la población a centros de salud señala que el tiempo mínimo que toma a las personas de comunidades indígenas amazónicas llegar a un hospital es mayor a 24 horas, y por lo menos 5 días para las zonas más remotas en las fronteras con Ecuador, Colombia y Brasil. Para el caso amazónico, entonces, la estrategia de distanciamiento social para “aplanar la curva” en la práctica es irrelevante, ya que los hospitales son simplemente inaccesibles.

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 Ilustración 2: Acceso a establecimientos de salud de niveles 1, 2 y 3 en Perú. Fuente: Gabriel Carrasco-Escobar, Edgar Manrique, Kelly Tello-Lizarraga and J. Jaime Miranda. Travel time to health facilities as a marker of geographical accessibility across heterogeneous land coverage in Peru (2019). Link

“Estamos sin casos por coronavirus, pero no estamos preparados para poder encontrar esta enfermedad. Nosotros somos como una zona olvidada de parte del Estado, por eso cuando hay emergencia no somos atendidos como debe de ser”, declaró Gerónimo Petsain, representante wampís del río Santiago (Amazonas, Perú), a Radio Encuentros.

Ante tales factores de riesgo para las poblaciones amazónicas, sería lógico esperar medidas de prevención y acción especializadas de parte de los gobiernos latinoamericanos. Sin embargo, lo que se está aplicando hasta ahora en varios países a través de decretos gubernamentales, con la excepción de Brasil, son el aislamiento social, suspensión del tránsito y toques de queda.

Pero no son solo los gobiernos quienes están tomando estas decisiones. Diversos pueblos indígenas latinoamericanos, ejerciendo su derecho a la autonomía y libre determinación, han decidido bloquear la entrada a sus territorios a personas foráneas. Tal es el caso de los indígenas del Gran Resguardo del Vaupés Mitú, en Colombia, que reúne a 27 pueblos, y cuya Consejería Mayor de Gobierno Propio emitió un comunicado informando que a partir del 16 de marzo restringirían “la vinculación de la población no indígena a todo el territorio (…) y el ingreso a la ciudad de Mitú con proyección de desplazamiento de extranjeros y nacionales”.

De igual manera lo hizo el Consejo Indígena del Territorio del Miriti Parana Amazonas (CITMA), también en Colombia, en cuyo comunicado resaltan la dificultad de sus pueblos para acceder a los puestos de salud donde se pueda tratar la COVID-19, y exigen que se provea a las comunidades del equipamiento necesario para la contención de la pandemia y remisión de posibles pacientes. “No tenemos la posibilidad de acudir a centro de salud en cabecera municipales o departamentales, ya que nos encontramos en territorios selváticos de difícil acceso y carecemos de medios de transporte, gasolina y otros recursos necesarios para la remisión de pacientes”, afirma el comunicado.

   "Diversos pueblos indígenas latinoamericanos, ejerciendo su derecho a la autonomía y libre determinación, han decidido bloquear la entrada a sus territorios a personas foráneas."

Las decisiones de la Nacionalidad Waorani del Ecuador no son distintas y, además de restringir el ingreso de turistas y personas no waoranis en su territorio, han considerado conveniente el “retiro inmediato de las empresas balseras que operan en el territorio, una vez que salgan no volver hasta próximo aviso”. Las naciones indígenas de la Amazonía sur, la Chiquitanía y el Chaco en Bolivia, también han tomado medidas similares y organizado protocolos para prevenir la expansión del coronavirus. Según declaró Germinda Casupá, vicepresidenta de la Organización de Mujeres Indígenas de la Chiquitanía (OMICH), se ha determinado que sólo una persona por comunidad será responsable del abastecimiento de víveres desde fuera.

En el caso de Brasil, en respuesta a la inacción de la gestión del presidente Jair Bolsonaro frente a la pandemia, organizaciones indígenas del Estado de Mato Grosso, que representan a 40 pueblos del Parque Nacional del Xingu, han decidido declarar 60 días de aislamiento voluntario en sus aldeas. En la misma línea, la Unión de los Pueblos Indígenas del Valle del Javari (Univaja) ha declarado cuarentena indefinida frente a la COVID-19. El Territorio Indígena del Valle del Javari es una de las reservas indígenas más extensas del Brasil, situada al oeste del Estado de Amazonas, en la frontera con Perú, donde habitan los Marubo, Matsés, Matís, Kanamari, Kulina Pano, Tsohom Djapá y Korubo, y donde por lo menos 11 grupos humanos han sido reportados por la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) como no contactados.

Los pueblos indígenas son conscientes de su condición de vulnerabilidad ante una enfermedad extraña. Además, esta percepción está reforzada por la memoria reciente del exterminio producido por otras “pestes del hombre blanco”. Esto los ha llevado a tomar medidas extremas para mantenerse a salvo de una enfermedad que ha sido importada a Latinoamérica por la clase privilegiada de las grandes ciudades.


Posta de Salud dentro de un container de la Comunidad Nativa Doce de Octubre, Río Tigre, territorio Kichwa

Por el momento, estas medidas de aislamiento y bloqueo están previniendo la expansión del virus hacia las comunidades amazónicas. Sin embargo, es necesario que desde los gobiernos se implementen medidas de prevención y atención con pertinencia cultural, que garanticen el bienestar de los pueblos y que respondan a otros factores de riesgo que no se están teniendo en cuenta.

En el caso de Perú, por ejemplo, algunos estudiantes indígenas del programa educativo Beca 18 que se encontraban en las ciudades, retornaron a sus comunidades tras la declaratoria de Emergencia Nacional, sin que ningún protocolo se haya desarrollado para evitar posibles contagios a través de ellos. Otros estudiantes cuyas comunidades se encuentran más alejadas, decidieron quedarse en sus residencias de alquiler en las ciudades. Su situación es incierta ya que, debido a la inmovilización, sus padres desde sus comunidades no tienen la posibilidad de comerciar, hacer dinero y enviárselo para su sustento diario. Muchos han quedado sin acceso a los comedores de sus centros de estudio debido a la suspensión de clases, y el gobierno no está contemplando sus necesidades.

   "Los Estados latinoamericanos, luego de 200 años o más, han sido incapaces de asumir su plurinacionalidad y garantizar los derechos primordiales de las poblaciones no urbanas, indígenas y racializadas."

“A mí no me dan ningún tipo de subvención hasta ahora. En la universidad nos han dicho que empezaremos el ciclo virtualmente, pero muchos de nosotros no tenemos acceso a Internet ya que supone un costo adicional y no tenemos cómo pagar”, contó por teléfono una estudiante del pueblo Kukama en Lima que, por temor a ver cancelada su beca, pidió no ser identificada.

Indiscutiblemente, para los pueblos amazónicos los factores de riesgo están determinados por el nivel de desigualdad y el racismo estructural dentro de los países latinoamericanos. La pandemia por el coronavirus no sólo está develando la precariedad laboral, sanitaria y económica del sistema capitalista a nivel mundial, sino también la falla en los fundamentos coloniales de los Estados latinoamericanos que luego de 200 años o más han sido incapaces de asumir su plurinacionalidad y garantizar los derechos primordiales de las poblaciones no urbanas, indígenas, y racializadas. Hace casi 50 años, un grupo de antropólogos denunciaba el rol del Estado y las iglesias en el exterminio de los pueblos indígenas. Hoy, la pregunta sigue siendo la misma: ¿qué hemos cambiado para que nada cambie?

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Kathia Carrillo es comunicadora ecofeminista y ha acompañado los procesos de organizaciones indígenas amazónicas en Perú vinculados a territorialidad, autodeterminación y defensa de derechos frente a los impactos de la industria de hidrocarburos.

Etiquetas: Derechos Humanos

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