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El impacto social, económico y cultural del Oleoducto de Crudo de África Oriental en los Pueblos Indígenas de Tanzania

POR EDWARD POROKWA PARA DEBATES INDÍGENAS

El Oleoducto de Crudo de África Oriental es un proyecto transfronterizo de 1.445 kilómetros que transportará petróleo crudo para exportación, desde la cuenca del lago Alberto, en Uganda, hasta la costa de Tanzania. Con un presupuesto de construcción de 3.500 millones de dólares y una capacidad prevista de 216.000 barriles diarios, el EACOP amenaza los medios de vida de comunidades Masái, Hadzabe, Akie, Barbaig, Sukuma y Nyamwezi, a lo largo de ocho regiones de Tanzania.

El Oleoducto de Crudo de África Oriental (EACOP) atraviesa ocho regiones de Tanzania: Kagera, Geita, Shinyanga, Tabora, Singida, Manyara, Dodoma y Tanga. La región de Manyara es la más impactada, ya que el oleoducto recorre extensamente zonas habitadas por pastores y cazadores-recolectores, impactando especialmente a las comunidades Masái y Akie A su vez, requerirá acceso a más de 4.000 hectáreas de tierra, de las cuales cerca del 90 % corresponden al corredor de construcción del oleoducto de exportación.

El Foro de Organizaciones No Gubernamentales Indígenas Pastoralistas (Foro PINGO) llevó a cabo una investigación de campo mediante un enfoque de métodos mixtos, que incluyó entrevistas a informantes clave y líderes comunitarios, grupos focales para recoger perspectivas colectivas y encuentros comunitarios directos con las personas afectadas. Se puso especial énfasis en la inclusión, garantizando la participación de mujeres, jóvenes y grupos marginados, con el fin de recopilar una diversidad de voces y experiencias.

El estudio recopiló respuestas de tres de las regiones más afectadas: Manyara (35%), Dodoma (33%) y Tanga (31%), reflejando una participación equilibrada en las áreas encuestadas. En algunas comunidades, el fuerte involucramiento local del EACOP pudo haber influido en la cooperación con investigadores externos, mientras que las restricciones de seguridad vinculadas al proyecto limitaron el acceso a ciertas zonas. Estas dinámicas evidencian los desafíos de garantizar una participación plenamente inclusiva en contextos de desarrollo de alto impacto.

Fallas sistémicas en el proceso de consulta y participación comunitaria

El estudio registró una notable disparidad de género entre las personas encuestadas: 69% de hombres y 27% de mujeres. El resto no especificó su género o se identificó de otra manera. Este desequilibrio podría reflejar barreras sociales y culturales más amplias que limitan la participación de las mujeres en procesos de consulta, así como sesgos ocupacionales en los roles vinculados al proyecto, entre ellos las negociaciones de tierras, tradicionalmente dominadas por hombres.

La investigación de verificación de hechos reveló que sólo el 23% de las personas encuestadas fueron consultadas durante la planificación o implementación del EACOP, mientras que un 30% afirmó explícitamente haber sido excluida. Entre quienes fueron consultados, la participación se limitó en gran medida a reuniones comunitarias (18%), mientras que la intervención a nivel individual o familiar fue mínima (4% encuestas a hogares y 1% en entrevistas).

La calidad de la inclusión fue evaluada de manera negativa: el 22% describió las consultas como “nada inclusivas” y apenas el 1% las consideró “muy inclusivas”. Sólo el 4% consideró que sus aportes influyeron en las decisiones del proyecto, mientras que el 25% manifestó que sus opiniones fueron ignoradas y el 30% dijo no estar seguro. Los principales obstáculos para una participación significativa incluyeron las dificultades con el idioma (25%), la falta de acceso a la información (18%) y una representación comunitaria limitada (6%). Algunos encuestados describieron que se trató de “reuniones colectivas que no fueron inclusivas”.

Estos hallazgos evidencian fallas sistémicas en el proceso de consulta, el cual no cumplió con los estándares del Consentimiento Libre, Previo e Informado (CLPI), especialmente en el caso de grupos marginados con bajos niveles de alfabetización (52% sin educación formal) y escasa conciencia sobre el proyecto (inicialmente, el 32% no conocía el EACOP). Además, las personas consultadas informaron sentirse sin poder de decisión respecto de la realización o no del proyecto.

El impacto del oleoducto en los medios de vida

El estudio reveló también que el 43% de las personas participantes experimentaron impactos negativos en sus medios de vida a causa del Oleoducto de Crudo de África Oriental. Esto se debe, principalmente, por la pérdida de tierras para el pastoreo del ganado (34%) y a causa de los desplazamientos forzados (13%). A su vez, la exhumación de tumbas ha provocado un profundo impacto cultural en la población. En consecuencia, la gravedad de los impactos fue considerable: el 29% los describió como significativos, el 5% como moderados y el 1% como graves.

En cuanto a los sistemas de compensación, sólo el 23% recibió algún tipo de reparación. Entre quienes sí fueron compensados, la satisfacción fue muy dispar: apenas el 9% consideró que la compensación fue adecuada, el 5% la calificó como inadecuada y otro 9% expresó incertidumbre. Combinadas con el 38% de no respuestas, estas cifras reflejan fallas estructurales en los mecanismos de reparación, especialmente para los grupos dependientes de la tierra. Cabe destacar que el 43% de las familias perdió tierras de pastoreo.

Estos incumplimientos resultan especialmente perjudiciales para los grupos que dependen de la tierra (el 69% de las personas encuestadas), cuyas relaciones culturales y económicas con el territorio no pueden medirse mediante criterios de mercado convencionales. Es fundamental destacar que todas las comunidades encuestadas informaron que los programas sociales prometidos por el Oleoducto de Crudo de África Oriental no se habían materializado.

Falta de compensación y carencias laborales

El estudio también revela importantes deficiencias en las iniciativas de empleo local: el 34% de las personas consultadas confirmó que no se generaron oportunidades para miembros de la comunidad, mientras que el 36% indicó que nadie en su hogar fue empleado por el proyecto ni por sus contratistas. La accesibilidad sigue siendo un problema central, ya que el 21% reportó prácticas de contratación excluyentes y el 12% no estaba seguro de si las oportunidades eran equitativas. La ausencia de programas de capacitación agrava estas problemáticas: el 34% confirmó la inexistencia de iniciativas de formación.

En la aldea de Gorimba, un representante juvenil involucrado en cuestiones relacionadas con el EACOP denunció que los pagos por horas extra acordados en los contratos no se están cumpliendo: “Antes de comenzar a trabajar, acordamos una cantidad específica de dinero por un tiempo determinado, por ejemplo, de 8:00 a 16:00. Sin embargo, cuando llega la hora acordada y queda trabajo pendiente, nos dicen que lo terminemos y prometen compensarnos por las horas extra. Pero nunca nos pagan por ese tiempo adicional”.

Otro caso es el de Othman, un joven de 25 años de la aldea de Kitwai B, quien descubrió una oportunidad de formación en línea anunciada por el Oleoducto de Crudo de África Oriental. Debido a la mala conectividad de la red, tuvo que viajar aproximadamente 20 kilómetros para trepar a un árbol de baobab y poder acceder a los cursos, y luego desplazarse 75 kilómetros hasta Orkesumet para continuar sus estudios en condiciones seguras.

A pesar de haber completado los nueve módulos con un promedio sobresaliente del 98% y de haber sido seleccionado para un curso de tres meses en el Instituto de Capacitación VETA Moshi durante un taller trimestral del EACOP en Arusha, finalmente no fue elegido por razones desconocidas y aparentemente sesgadas. Esta decisión contradice el plan firmado para el Oleoducto de Crudo de África Oriental, que supuestamente iba a priorizar las oportunidades de empleo y formación para las comunidades indígenas afectadas.

Profanación cultural en la aldea de Sendeni

Lukas Sonyo, un hombre de 52 años de la aldea de Sendeni, vivió una de las violaciones culturales más profundas cometidas. En 2021, al planificarse la ruta del oleoducto, se descubrió que atravesaría la tumba de su padre, fallecido en 2013. La familia se negó a aceptar la exhumación (una práctica desconocida e inaceptable en la cultura masái) y solicitó que se desviara el trazado. En su lugar, el EACOP insistió en realizar rituales tradicionales de reentierro. Lukas expresó su conmoción: “Nos quedamos en shock, porque nunca habíamos experimentado, visto ni oído algo así en territorio masái”.

El Oleoducto de Crudo de África Oriental compensó a la familia extensa con 1,8 millones de chelines tanzanos, una suma totalmente insuficiente para un hogar conformado por dos viudas sobrevivientes y cuatro hijos casados con sus familias: un total de más de veinte personas. La asistencia de la empresa se ha limitado a 10 kilos de arroz, 10 kilos de maíz y 3 litros de aceite de cocina por mes, sin tener en cuenta el tamaño de la familia ni sus necesidades culturales.

Aunque el Oleoducto de Crudo de África Oriental se comprometió a cubrir los costos de una ceremonia de reentierro adecuada: según la tradición, incluye el sacrificio de un toro y la unción del difunto con su grasa. Sin embargo, incumplió la promesa y obligó a la familia a usar una cabra en lugar del toro, lo que representó una profunda transgresión cultural.

Promesas incumplidas

En 2021, Kitwai B fue reconocida como la única aldea afectada en Simanjiro. Tres años después, el presidente de la aldea presentó una queja sobre la falta de compensación y la pérdida de seis kilómetros de tierras de pastoreo. La respuesta del EACOP afirmaba que no existía “una base verificada para reconocer a Kitwai B como afectada por el proyecto”. En Tanga, la compensación a una iglesia damnificada se otorgó, de manera injusta, a un solo individuo. De manera similar, en Aulo Oo Nkishu (un espacio comunal de 100 a 200 metros junto a un boma, utilizado por varias familias como corral para animales) también fue compensada sólo una persona.

Por otra parte, el oleoducto pasa apenas a 351 pasos de tierras ancestrales Sandawe, un sitio de profunda importancia cultural e histórica, cercano a una roca sagrada inscrita en 1914 con la frase Sandawe “Mokolo wa nkwe” (“Salúdenlos”). A pesar de esta proximidad con su patrimonio, el pueblo Sandawe ha sido sistemáticamente excluido de las consultas del proyecto. Esta exclusión subraya un patrón más amplio de negligencia, donde las voces indígenas y las tradiciones ancestrales son borradas en nombre del progreso.

El 16 de septiembre de 2023, el EACOP firmó un plan de compromiso para implementar un Programa de Inversión Social dirigido a grupos étnicos vulnerables. Sin embargo, el 100% de las comunidades con las que interactuó el Foro PINGO expresó preocupaciones sobre promesas incumplidas. El estudio encontró un conocimiento y beneficio comunitario severamente limitados: sólo el 12% de los encuestados conocían alguna iniciativa, mientras que el 36% informó que no había llegado ningún beneficio a sus comunidades.

De manera crítica, el 34% indicó que estos programas no abordaron sus necesidades más urgentes, como escuelas, atención médica y acceso al agua. Un miembro de la comunidad de la aldea Gisambalang, en el distrito de Hanang, declaró: “Vemos todos los planes y actividades del proyecto, pero no sabemos qué está pasando con el Programa de Inversión Social. ¿Lo implementarán después de que termine el proyecto? ¿Cómo podemos estar seguros de que cumplirán?”.

Conclusiones y recomendaciones

La investigación demuestra el fracaso sistemático del Oleoducto de Crudo de África Oriental en respetar los derechos de los Pueblos Indígenas, cumplir con los estándares internacionales del Consentimiento Libre Previo e Informado, y entregar los beneficios prometidos a las comunidades afectadas. A su vez, el enfoque del proyecto ha causado (y continúa causando) daños irreparables a las culturas y medios de vida indígenas.

Estos hallazgos exigen la suspensión inmediata de las operaciones del oleoducto hasta que se asegure un CLPI adecuado de todas las comunidades indígenas afectadas, acompañado de una revisión independiente de las compensaciones. Debe existir una plena participación indígena, con el objetivo de auditar pagos pasados e identificar medidas de reparación equitativas.

Paralelamente, el personal y los contratistas del EACOP deben recibir capacitación obligatoria sobre derechos indígenas, y se deben establecer mecanismos de supervisión gubernamental transparentes con representación indígena para garantizar la rendición de cuentas. Finalmente, los compromisos establecidos en el Programa de Inversión Social deben cumplirse con planes de implementación claros, plazos definidos y monitoreo independiente.

Las voces de los Pueblos Indígenas de Tanzania deben ser escuchadas y sus derechos respetados. Continuar con la trayectoria actual pone en riesgo no sólo el progreso, sino la sistemática desaparición de culturas que han cuidado estas tierras durante generaciones.

Edward Porokwa se graduó en Derecho en la Universidad de Dar es Salaam y cuenta con una Maestría en Administración de Empresas de ESAMI / Maastricht School of Management. Actualmente, es Director Ejecutivo del Foro de ONG de Pueblos Indígenas Pastores (PINGOs Forum).

Foto de portada: Encuentro de Foro PINGO con la comunidad pastoralista de Igunga sobre temas relacionados con sus derechos por el Oleoducto de Crudo de África Oriental. Foto: Foro PINGO

Etiquetas: Debates Indígenas

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